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Tras seis años de combates y bombardeos, Siria está en ruinas. Sufre el conflicto más cruento de los que estallaron con las revueltas y revoluciones incluidas en el concepto de “primaveras árabes”. "Si el conflicto no termina pronto, éste podría ser el fin de Siria tal como la conocemos", sentenció António Guterres cuando acababa su mandato como Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), a finales del 2015.
FASE 1: LAS PROTESTASTras Túnez, Egipto y el inicio de la rebelión en Libia, en marzo del 2011 estallaron las protestas contra el presidente sirio, Bashar el Asad, cabeza del régimen del partido Baaz, en la ciudad de Deraa (sur). Se iniciaron tras el arresto y tortura de unos adolescentes que pintaron en la pared de su escuela: “Es tu turno, Doctor”, en referencia a Asad, que es oftalmólogo.
Las fuerzas de seguridad sirias mataron a manifestantes en las primeras protestas y éstas se extendieron por todo el país. En verano del 2011, cientos de miles de sirios pedían en las calles la dimisión de Asad, reformas políticas y el fin de la brutalidad policial.
"Al principio del conflicto, muchos creyeron dentro y fuera de Siria que Asad duraría pocos meses. Vieron el efecto dominó que se estaba produciendo, con caídas de líderes fuertes en países árabes", apunta Yaron Friedman, profesor de la Universidad de Haifa y experto en Siria.
FASE 2: COMIENZA LA GUERRA CIVIL
Se formaron grupos opositores armados y empezaron las deserciones de militares sirios que se unían a los rebeldes, aglutinados en el Ejército Sirio Libre (ESL). El país se sumió en la guerra, los bombardeos de las fuerzas sirias se multiplicaron y en el 2012, los combates llegaron a Damasco, la capital, y a la segunda ciudad del país, Alepo.
"Hasta el 2012, la mayoría pensaba que el final del régimen estaba cerca, pero entonces Asad consiguió ayuda de sus aliados. Primero de Irán y de (el movimiento chií libanés) Hizbulá, que mandó a su milicia a luchar con Asad y le aportó avances que lo salvaron y le dieron mucha motivación", indica Friedman.
"Irán movilizó a las milicias (chiís) de Paquistán, Afganistán, Irak y a la Guardia Revolucionaria iraní, que entrenó y apoyó a las fuerzas del régimen y lo salvó casi de hundirse en ese momento", opina Friedman.
Los rebeldes fueron creciendo y obteniendo armas, una parte de ellas “financiadas por Arabia Saudí y Catar” y destinadas especialmente a los grupos islamistas. Así lo explicaron a este diario, en junio del 2012, en la ciudad libanesa de Trípoli, combatientes de las Brigadas Faruk, integradas mayoritariamente por hombres de Homs y desertores y que formaban parte del ESL. Muchos de estos combatientes eran de Baba Amro, un barrio de Homs masacrado por el Ejército sirio.
Uno de los comandantes de la brigada hablaba de “hacer la revolución del Islam” y de tener “un país islámico”, pero “sin Al Qaeda ni extremismos, somos islamistas moderados”. Mientras hacía estos comentarios, sus dos esposas, cubiertas con niqab -velo que solo muestra los ojos- y con guantes, preparaban la comida para una decena de hombres.
FASE 3: LOS YIHADISTAS ENTRAN EN ESCENA
Los yihadistas aumentaron y las fuerzas seculares del ESL perdieron terreno. Aparecieron grupos como el yihadista Frente al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria, y el Estado Islámico (EI), que lanzó una fuerte ofensiva en Irak en junio del 2014, y luego en la zona de Siria cercana a la frontera iraquí. El EI proclamó un califato en el área que controla en Irak y Siria cuya capital de facto es la ciudad siria de Raqqa.
Integrado por miles de extranjeros, el EI lucha contra todos los bandos: las fuerzas gubernamentales, los rebeldes, el Frente al Nusra -con el que se ha aliado en algunas ocasiones- y las fuerzas kurdas, también opuestas a Asad y contra las que arremete Turquía.
FASE 4: LA COALICIÓN INTERNACIONAL Y RUSIA COMIENZAN A BOMBARDEAR
En septiembre del 2014, una coalición internacional liderada por EEUU, con Jordania, Baréin, Catar, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) empezó a bombardear al EI. Francia inició los ataques en septiembre del 2015 y el Reino Unido, en diciembre.
Rusia comenzó en septiembre atacando a “los terroristas del EI”. Pero además, ha bombardeado a grupos rebeldes y ha conseguido que el régimen de Asad, que hace medio año estaba al borde del colapso, haya recuperado terreno en zonas clave como Alepo (norte). “La intervención rusa es fundamental, puede cambiar el curso de la guerra a favor de Asad”, asegura Phillip Smyth, investigador de la Universidad de Maryland.
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