OPCIÓN A
En aquel momento dominaban los Mochuelos. El Mochuelo principal era el alcalde, un hombre delgado, vestido
de negro, muy clerical, cacique de formas suaves, que suavemente iba llevándose todo lo que podía del municipio.
El cacique liberal del partido de los Ratones era don Juan, un tipo bárbaro y despótico, corpulento y forzudo,
con unas manos de gigante; hombre que cuando entraba a mandar trataba al pueblo en conquistador. Este gran
Ratón no disimulaba como el Mochuelo; se quedaba con todo lo que podía, sin tomarse el trabajo de ocultar
decorosamente sus robos.
Alcolea se había acostumbrado a los Mochuelos y a los Ratones, y los consideraba necesarios. Aquellos
bandidos eran los sostenes de la sociedad; se repartían el botín; tenían unos para otros un tabú especial, como el
de los polinesios.
Andrés podía estudiar en Alcolea todas aquellas manifestaciones del árbol de la vida, y de la vida áspera
manchega: la expansión del egoísmo, de la envidia, de la crueldad, del orgullo.
A veces pensaba que todo esto era necesario; pensaba también que se podía llegar, en la indiferencia
intelectualista, hasta disfrutar contemplando estas expansiones, formas violentas de la vida.
¿Por qué incomodarse, si todo está determinado, si es fatal, si no puede ser de otra manera?, se preguntaba.
¿No era científicamente un poco absurdo el furor que le entraba muchas veces al ver las injusticias del pueblo? Por
otro lado: ¿no estaba también determinado, no era fatal el que su cerebro tuviera una irritación que le hiciera
protestar contra aquel estado de cosas violentamente?
Andrés discutía muchas veces con su patrona. Ella no podía comprender que Hurtado afirmase que era mayor
delito robar a la comunidad, al Ayuntamiento, al Estado, que robar a un particular. Ella decía que no; que defraudar
a la comunidad no podía ser tanto como robar a una persona. En Alcolea casi todos los ricos defraudaban a la
Hacienda, y no se les tenía por ladrones.
Andrés trataba de convencerla de que el daño hecho con el robo a la comunidad era más grande que el
producido contra el bolsillo de un particular; pero la Dorotea no se convencía.
Pío Baroja, El árbol de la ciencia
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Prueba de Selectividad, Andalucia, Modelo 1 2014-2015, Lengua Castellana
Respuestas
El árbol de la ciencia es una de las obras maestras de Pío Baroja. Escrita a principios del siglo XX, presenta una visión áspera y hostil de la sociedad española de finales del siglo XIX. El pesimismo del protagonista se corresponde con el del propio autor y con el ambiente dominante en la sociedad española de la época, enormemente afectada por la llamada crisis del 98.
La obra tiene dos partes separadas por una larga conversación de carácter filosófico entre el protagonista, Andrés Hurtado y su tío, el doctor Iturrioz, en este diálogo, especialmente, encontramos tesis características del pesimismo existencial del que Pío Baroja fue un firme representante. Esta novela tiene un carácter semiautobiográfico.
En la primera parte se narra la vida de un estudiante de Medicina, como el propio Baroja, que asiste en Madrid a una Universidad mediocre y corrompida fiel reflejo del mundo que le rodea.
PRUEBA SELECTIVIDAD MODELO 1 COMUNIDAD ANDALUCIA CONVOCATORIA 2014-2015