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Respuesta:
En la medida en que la teología pretende ser una
disciplina, no puede dejar de reflexionar sobre su método.
Ella debe cumplir con su objetivo: ser una reflexión metódica
y crítica sobre el mensaje de Cristo, de manera que ese
mensaje pueda ser pensado coherentemente con los presupuestos del pensamiento (Alszeghy y Flick, 1976: 7-8).
El saber teológico y la historia de la teología cristiana
documentan ampliamente la utilidad de un discurso del
método en teología, para mantener una fidelidad exigente
al depositum fidei y también para responder a los siempre
nuevos desafíos, que la situación histórica y cultural de la
humanidad plantea a la tarea eclesial de proclamar el
Evangelio a los hombres y mujeres de todos los tiempos
(Pastor, 1995: 92-93).
Más aún, en el continente latinoamericano hemos
asistido “a una nueva manera de hacer teología” (Gutiérrez,
1975: 27) y esto ha significado ubicar el tema del método
en el centro de la reflexión teológica. La teología latinoamericana mostró que la manera como los teólogos y teólogas operan en su quehacer teológico es fruto de una práctica
eclesial determinada y a la vez alimenta nuevamente esta
misma praxis. Ninguna teología es neutra y su diferencia
fundamental radica en el método usado en su elaboración.
En este sentido, es importante develar los presupuestos
metodológicos que cada uno emplea en su quehacer teológico para explicitar a qué “interés” (Habermas, 1982) presta
su servicio.
Tras legitimar la relevancia del método, es importante
decir que este libro no pretende hacer una presentación
de los diferentes métodos usados en la elaboración de la
teología. Su objetivo es ofrecer una reflexión epistemológica
sobre el método, o en términos de Clodovis Boff, una “teoría
del método teológico”.3 El insumo fundamental de esta publicación es mi primer libro sobre este tema, titulado El
método teológico. Bernard Lonergan y la Teología de la liberación,
Explicación: