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Es más, es la lengua con la que de alguna manera Jesús entró en contacto porque el imperio romano llegó a Palestina.
Incluso con una buena probabilidad, en virtud de su inteligencia divina o su ciencia infusa, cabe pensar que Jesús manejara el latín, aunque su conocimiento hubiera podido ser un poco más que rudimentario.
Es lo que nos sugiere la conversación entre Jesús y el centurión romano que mencionan Mateo y Lucas; conversación en la que, con toda probabilidad, no hubo intérprete alguno, pues sólo aparecen como testigos de la misma sus discípulos y otras gentes de similar nivel cultural, no muy elevado.
Por lo anterior también es probable que Jesús utilizara esta lengua para hablar con Poncio Pilatos.
Si algunos del pueblo hablaban latín, ¿por qué no precisamente Jesús? Es muchísimo más probable y fácil que los territorios conquistados “hablaran” la lengua del imperio que los conquistadores hablaran la lengua de sus dominados.
Es improbable que el despótico gobernador o procurador romano Poncio Pilatos, alto funcionario de transición del gobierno de ocupación, se incomodara en aprender una de las lenguas del territorio dominado (arameo-hebreo), cuando tenía la misión de consolidar el imperio junto a su lengua en ese territorio.
Roma al extenderse alrededor del Mediterráneo, extendió e impuso toda su cultura, leyes, lengua, etc..
Y el latín era la lengua cooficial junto a otras (propias del lugar), aunque con carácter un poco menos preponderante con respecto al griego; pues el griego era la lengua de la gente importante, culta, de los ricos y la lengua del mundo laboral y comercial.
Creo que no es descabellado pensar que la divina providencia haya permitido que Jesucristo haya nacido, como lugar y momento histórico, en un territorio dominado por el imperio romano; admirable instrumento para la rápida expansión del cristianismo, sobre todo a partir del siglo IV.
Si el mundo occidental, al origen del cristianismo, hubiera sido una multiplicidad de pueblos y gobiernos totalmente divergentes y autónomos hubiera sido un obstáculo para la difusión del mensaje de Jesús a través de su Iglesia.
Después de Pentecostés, sus apóstoles parten a “conquistar” el mundo. Y, ¿con qué se encuentran? Se encuentran con un imperio bien unificado, compacto y organizado gracias en primer lugar a la lengua latina, sin excluir el griego.
Es en ese imperio donde establece el cristianismo, y es de él que la Iglesia adopta su forma terrenal: la organización, la estructura, el derecho, la lengua, etcétera.
Y Roma es también la misma capital o cuna de la Iglesia porque también es la ciudad en la cual murieron san Pedro y san Pablo, columnas de la Iglesia; ciudad que fue fecundada con la sangre de tantos mártires.
El latín era pues la lengua universal y la Iglesia se extendió, se consolidó y se fortaleció utilizando esta lengua.
De esta manera la Biblia, los documentos eclesiales y patrísticos, los concilios, los libros eran en esta lengua para llegar a los confines geográficos del mundo. hay en realidad muchas respuestas espero que te sirva
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