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El Imperio Otomano, el imperio Mogol y China
En el siglo XV, en el extremo oriente de Asia, la cultura china florecía desde hacía más de tres mil años. A orillas del río Huang-ho o Amarillo grupos de agricultores vivían de la producción de arroz.
En China se desarrollaron el arado, el bronce y la escritura y algunos productos e inventos que luego serían empleados y desarrollados por los europeos como la pólvora o un tipo de imprenta fija, se usaban en este imperio desde siglos atrás.
China no solo era una de las regiones más pobladas del planeta, donde vivía una quinta parte de la población total del mundo, sino también una sociedad rica y prospera. Al comenzar el siglo XV, cuando los portugueses apenas navegaban por África, los chinos ya eran potencia marítima, con barcos que surcaban tanto el continente africano como Asia.
Los mogoles fue un pueblo que se extendió por el enorme territorio asiático hasta el oriente europeo y que a comienzos del siglo XV, encabezado por Temerlán, fundó un imperio que abarcaba Persia, la India, los límites occidentales de China y Rusia.
A principios del siglo XVI un nuevo ejército, comandado por Babur, descendiente de Tamerlán, se impuso en los dominios musulmanes de India e instauró el Imperio Mogol, con capital en Delhi. Si bien difundieron la religión islámica, fueron tolerantes con la mayoría de la población, que practicaba el budismo y el hinduismo. Se mantuvo el sistemas de castas.
Otro pueblo de origen mogol convertido al islam, el turco otomano, adquirió presencia militar en las regiones cercanas al Mediterráneo y desde el siglo XIV sujetó a numerosos pueblos en la península de Anatolia, donde enfrentaron al antiguo Imperio Bizantino, heredero del romano. Poseedores de una excelente caballería, conforme avanzaban en sus conquistas los sultanes, sus gobernantes, iban otorgando grandes extensiones de tierras a los capitanes más distinguidos, lo cual volvía atractiva la empresa bélica.
En 1453, dirigidos por el sultán Mehmed II, los jenízaros ocuparon Constantinopla, la vieja capital de Bizancio. Allí se estableció la nueva capital, Estambul, desde la cual organizaron y dirigieron las conquistas de la península de los Balcanes en Europa y la de Arabia y Persia en Asia.
El Imperio Turco Otomano se caracterizó por un desarrollo cultural que integró elementos europeos cristianos, pero con predominio del islam. Las artes fueron impulsadas mediante la formación de asociaciones protegidas por el sultán.
El surgimiento de la burguesía
Desde el siglo VIII, los comerciantes islámicos formaron sociedades mercantiles exitosas. Los empresarios obtenían jugosas ganancias y las caravanas iban cada vez más lejos en busca de productos. Gracias a ala invención de pago con vales, pagarés y letras de cambio, dejó de ser necesario transportar el dinero en metálico. Así, tanto los mercaderes como los socios e inversionistas podían intercambiar estos papeles por productos como todos aquellos que pertenecieran a la misma sociedad mercantil.
En Europa, en las pequeñas villas de finales de la Edad Media, conocidas como burgos, era notable la presencia de comerciantes y prestamistas los cuales no eran artesanos ni agricultores que subsistían de su trabajo, sino capitalistas que obtenían ganancias al comprar y vender o al prestar dinero y cobrar intereses.
Muchas ciudades donde se desarrolló el comercio y las finanzas eran costeras, sobre todo en el Mediterráneo, punto de encuentro entre europeos y asiáticos, mientras que en los Países Bajos las urbes florecieron por su relación con los países del Báltico, las islas Británicas, Francia y España. Los venecianos, genoveses, catalanes y aragoneses formaron casas y sociedades dominadas por grandes capitalistas, la mayoría de ellos burgueses, como poco a poco se les fue conociendo, que se enriquecían con las empresas comerciales desde el siglo XIII.
En el siglo XV, en el extremo oriente de Asia, la cultura china florecía desde hacía más de tres mil años. A orillas del río Huang-ho o Amarillo grupos de agricultores vivían de la producción de arroz.
En China se desarrollaron el arado, el bronce y la escritura y algunos productos e inventos que luego serían empleados y desarrollados por los europeos como la pólvora o un tipo de imprenta fija, se usaban en este imperio desde siglos atrás.
China no solo era una de las regiones más pobladas del planeta, donde vivía una quinta parte de la población total del mundo, sino también una sociedad rica y prospera. Al comenzar el siglo XV, cuando los portugueses apenas navegaban por África, los chinos ya eran potencia marítima, con barcos que surcaban tanto el continente africano como Asia.
Los mogoles fue un pueblo que se extendió por el enorme territorio asiático hasta el oriente europeo y que a comienzos del siglo XV, encabezado por Temerlán, fundó un imperio que abarcaba Persia, la India, los límites occidentales de China y Rusia.
A principios del siglo XVI un nuevo ejército, comandado por Babur, descendiente de Tamerlán, se impuso en los dominios musulmanes de India e instauró el Imperio Mogol, con capital en Delhi. Si bien difundieron la religión islámica, fueron tolerantes con la mayoría de la población, que practicaba el budismo y el hinduismo. Se mantuvo el sistemas de castas.
Otro pueblo de origen mogol convertido al islam, el turco otomano, adquirió presencia militar en las regiones cercanas al Mediterráneo y desde el siglo XIV sujetó a numerosos pueblos en la península de Anatolia, donde enfrentaron al antiguo Imperio Bizantino, heredero del romano. Poseedores de una excelente caballería, conforme avanzaban en sus conquistas los sultanes, sus gobernantes, iban otorgando grandes extensiones de tierras a los capitanes más distinguidos, lo cual volvía atractiva la empresa bélica.
En 1453, dirigidos por el sultán Mehmed II, los jenízaros ocuparon Constantinopla, la vieja capital de Bizancio. Allí se estableció la nueva capital, Estambul, desde la cual organizaron y dirigieron las conquistas de la península de los Balcanes en Europa y la de Arabia y Persia en Asia.
El Imperio Turco Otomano se caracterizó por un desarrollo cultural que integró elementos europeos cristianos, pero con predominio del islam. Las artes fueron impulsadas mediante la formación de asociaciones protegidas por el sultán.
El surgimiento de la burguesía
Desde el siglo VIII, los comerciantes islámicos formaron sociedades mercantiles exitosas. Los empresarios obtenían jugosas ganancias y las caravanas iban cada vez más lejos en busca de productos. Gracias a ala invención de pago con vales, pagarés y letras de cambio, dejó de ser necesario transportar el dinero en metálico. Así, tanto los mercaderes como los socios e inversionistas podían intercambiar estos papeles por productos como todos aquellos que pertenecieran a la misma sociedad mercantil.
En Europa, en las pequeñas villas de finales de la Edad Media, conocidas como burgos, era notable la presencia de comerciantes y prestamistas los cuales no eran artesanos ni agricultores que subsistían de su trabajo, sino capitalistas que obtenían ganancias al comprar y vender o al prestar dinero y cobrar intereses.
Muchas ciudades donde se desarrolló el comercio y las finanzas eran costeras, sobre todo en el Mediterráneo, punto de encuentro entre europeos y asiáticos, mientras que en los Países Bajos las urbes florecieron por su relación con los países del Báltico, las islas Británicas, Francia y España. Los venecianos, genoveses, catalanes y aragoneses formaron casas y sociedades dominadas por grandes capitalistas, la mayoría de ellos burgueses, como poco a poco se les fue conociendo, que se enriquecían con las empresas comerciales desde el siglo XIII.
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