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Ni un plumaje colorido, ni un canto melodioso o un tamaño espectacular, ni tampoco un vuelo sostenido podrían dar fama al hornero. Es un pájaro pequeño de unos 54 g de vuelo escaso y no muy rápido.
Tiene ojos, patas, y plumas de color pardo terroso como su nido. Mejor dicho, su plumaje predominante es pardo, es más rojizo en el dorso y blanco en la garganta. Sin embargo la parda y movediza figurita del hornero es bien conocida por los habitantes de América del Sur de donde es oriunda la especie.
En la Pampa Argentina se lo cree de buen augurio y en el Paraguay se le agradece en cierto modo el invento del rancho, ya que la leyenda sobre el origen del nombre Alonso García –como se denomina al hornero- afirma que así se llamaba quién imitando sus nidos, construyó el primer rancho de barro.
Quizás ese nido familiar, y el sentido ejemplar que se le ha dado, expliquen que se eligiera al hornero como “ave de la patria”.