Respuestas
Respuesta:
Porque no podemos vivir sin energía.
Explicación:
Actualmente no existe la concepción de una sociedad sin acceso a la energía. Existen esfuerzos y medidas constantes para aumentar el acceso a la electricidad y numerosos estudios respaldan los beneficios que trae consigo. Sin embargo, más de mil millones de personas en el mundo (17% de la población mundial) carecen de acceso a servicios modernos de energía y utilizan velas y baterías para satisfacer sus necesidades energéticas.
En muchos países la falta de acceso a niveles adecuados de servicios energéticos está altamente correlacionada con niveles altos de pobreza. Esta situación no es ajena al Perú, donde si bien ha habido un crecimiento significativo del consumo de energía, la incidencia de pobreza en zonas rurales resalta la importancia de incluir la inversión en la provisión de infraestructura eléctrica dentro de la agenda nacionales acuerdo al Banco Mundial, en el Perú el porcentaje de población en situación de pobreza ha disminuido sosteniblemente y esta mejora en la calidad de vida de la población ha venido acompañada con un mayor consumo de energía por habitante, tendencia clara desde el 2004 hasta el 2014. En el 2015 el consumo nacional de energía eléctrica se incrementó en 5% respecto al 2014, con lo que se alcanzó un crecimiento promedio anual de 7% en los últimos diez años.
Es saludable, además, que en las zonas más pobres se haya incrementado significativamente el acceso al servicio de energía eléctrica. Según el Ministerio de Energía y Minas (MEM), desde 1993 el coeficiente de electrificación pasó de 54.9% a 93% a nivel nacional, y de 7.7% a 78% a nivel rural.
El poder de la electrificación
El acceso a formas modernas de energía no puede ser considerado por sí solo como una garantía para alcanzar el desarrollo sostenible. Para este fin sería necesario aislar las políticas específicas, lo cual puede ser difícil ya que son una mezcla de medidas vinculadas también a la inversión privada, competencia u otras reformas. Sin embargo, la evidencia sostiene que la electrificación puede ser considerada como un requisito previo para aumentar la productividad y el empleo, promover mejores niveles de vida a través de la salud, la educación y comunicación, y en consecuencia, reducir la pobreza.
En lo que refiere a la educación, el acceso a la energía permite más tiempo disponible para el estudio fuera de horas de clase, el desarrollo de servicios de telecomunicaciones que facilitan la transmisión de conocimientos y el acceso a la educación a distancia. Por el lado de la salud, la electrificación también facilita el almacenamiento de medicamentos y vacunas, la prestación de asistencia sanitaria mejorada, la reducción de lesiones relacionadas a actividades primarias y propicia la baja incidencia de enfermedades relacionadas con la combustión, al usar energía de fuentes renovables y sostenibles.
Industrias que son fundamentales para el crecimiento del país como la minería no podrían desarrollarse sin una adecuada generación de energía eléctrica. Además, un acceso eficiente a fuentes de energía permite la creación de trabajos relacionados y una mayor productividad por el uso de maquinarias y acceso a opciones energéticas cada vez más asequibles para reforzar el desarrollo industrial del país.