• Asignatura: Religión
  • Autor: cinthyacarriel2403
  • hace 5 años

¿qué postura toma la fieles en este momento porque el momento de tomar la hostia y el vino ?​

Respuestas

Respuesta dada por: lukias34567
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Respuesta:

En el decreto del papa Eugenio para los armenios se dice que la Eucaristía se hace por las palabras de Jesucristo. De aquí, infirieron muchos teólogos que el concilio de Florencia había decidido la cuestión. Mas entonces ya no se hallaban los griegos en el concilio, ya habían partido. Este decreto decidió sobre otros varios artículos, acerca de los cuales han conservado los teólogos la libertad de opiniones, como la materia del orden, el ministro de la confirmación, etc.

Los mismos latinos han disputado para averiguar si Jesucristo, después de la cena, consagró por medio de su bendición o por estas palabras: hoc est corpus meum. Salmerón es testigo de cómo se agitó esta cuestión en el concilio de Trento aunque este concilio no quiso decidir nada sobre ella. El P. Lebrun opina que el Salvador consagró en virtud de su bendición antes de decir: hoc est corpus meum.

Entre los PP. antiguos unos se sirven del término de invocación, otros de los términos de bendición, de Eucaristía o de acción de gracias o de oraciones; mas casi todos aseguran que la consagración se hace por medio de las palabras de Jesucristo. Se sabe por otra parte que han llamado frecuentemente súplica e invocación a las formas mismas de los sacramentos, que son puramente indicativas, como hizo ver el P. Merlin, Tratado de las formas de los Sacramentos, c. 4, 9 v 14.

En las liturgias orientales, lo mismo que en la de la Iglesia latina, hay una invocación que precede a la consagración. Esta última es por tanto perfecta antes de la segunda invocación, pues de otro modo los latinos no consagrarían. Por consecuencia, los griegos han cometido un error al suponer la necesidad de su segunda invocación mas no se infiere de aquí que sea errónea y abusiva.

Esta segunda invocación no supone que la consagración y la transubstanción no queden hechas puesto que hay términos semejantes en las liturgias galicana y mozárabe. Sin embargo, nunca creyeron los teólogos galicanos ni los españoles que la consagración no se hiciese en virtud de las palabras de Jesucristo. Por tanto, se debe entender esta segunda invocación en el mismo sentido que las oraciones, por cuyo medio el obispo pide la gracia del sacramento de la confirmación para los que acaba de confirmar y como se entienden los exorcismos del bautismo respecto a un niño que acaba de ser bautizado sin ceremonias.

La invocación que sigue a la consagración no obra más efectos que la que la precede pero sirve para determinar el sentido de las palabras de Jesucristo y hacer comprender que estas palabras no son puramente históricas, sino sacramentales y operativas. En cuanto a la adoración de la Eucaristía, que se haga más pronto o más tarde, esto es igual. Prueba solamente que Jesucristo está presente y que tal es la creencia de los que le adoran.

No se ve la ventaja que Bingham u otros protestantes pueden sacar de la disputa que tuvo lugar entre algunos teólogos católicos y los griegos respecto a las palabras de la consagración. Primera cuestión entre los protestantes y los católicos es sobre indagar si los orientales han creído siempre, como los católicos, que en virtud de estas palabras, el pan y el vino se convierten realmente en cuerpo y sangre de Jesucristo: así es que sus liturgias testifican que ellos lo creyeron siempre así y que aún lo creen. Poco importa saber si esta conversión se obra en virtud de estas solas palabras: hoc est corpus meum; hic est sanguis meus, o por la invocación que sigue a estas palabras o bien por una y otra cosa indistintamente. De donde resulta que acerca de este misterio, la creencia de los orientales, igualmente que la de los católicos es muy opuesta a la de los protestantes.

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