¿Qué problemas trae esta falta de continuidad en las políticas de Estado? Piensa, por ejemplo, en qué sucede con proyectos educativos, de infraestructura o de salud?
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No sólo los alumnos, la valoración de los docentes y la reputación de la escuela pública: el recurrente conflicto alrededor de los salarios de los maestros, que recrudece por estos días, tiene también otra víctima. Es el modo en que públicamente hablamos sobre educación, y que en el fondo puede encubrir un malentendido. En las discusiones, declaraciones y encontronazos en las redes sociales de los últimos días sobrevuela, entre otras, la idea de que la invasión de “la política” en la educación sería una de las causas de los problemas y que entonces bastaría con eliminarla de las aulas para mejorar las cosas. Varios expertos cuestionan esta idea: lo que más falta hoy en la educación argentina es, justamente, política. ¿De qué hablan? En pocas palabras, de la ausencia sostenida por décadas de un proyecto educativo, que articule intereses, necesidades, recursos financieros e ideas sobre el futuro, y que funcione como un mapa y una guía que oriente las discusiones, y no las deje derrumbarse en la “banalidad” o la superficie, donde hoy chapotean cómodas.
“Toda acción de gobierno implica una mirada política. Un proyecto pedagógico del Estado supone una mirada sobre qué tipo de ciudadano se quiere formar, cómo se piensa la relación entre Estado y sociedad. Decir que la educación es una cuestión política es una obviedad. La política educativa es el resultado de una relación de fuerzas entre diferentes actores, como sucede con cualquier política pública”, dice Pedro Núñez, investigador del Conicet en el área de Educación de Flacso. Quizás cueste entenderlo porque, como señala Axel Rivas –director del Programa de Educación de Cippec–, “el contexto de los últimos años es especialmente dañino para la educación, porque ha sido un contexto de polarización. Cuando eso permea el ámbito educativo, pone el incentivo del corto plazo y el incentivo ideológico por encima de un proyecto común”.
"En las definiciones de políticas públicas participan ONG, sindicatos, distintas agencias estatales, las iglesias, organismos internacionales. Eso es desde ya una definición política siempre. Incluso cuando el Estado o algunas de sus agencias decida no participar especialmente, eso también es una definición política que favorece a algunos actores por sobre otros", señala Núñez.
Más allá de la “revolución educativa” a la que se refirió el Presidente en su discurso en el Congreso el miércoles pasado, no parece quedar claro cuál es el proyecto educativo que hoy debería organizar demandas y orientar acciones.
“Si se mira históricamente, en distintas etapas el Estado tuvo presencia y planteó proyectos educativos, con mayor o menor éxito: la época de la conformación del Estado moderno, la reforma educativa de los años 90 (que se basó en pasar la potestad de la educación a las provincias), la posreforma kirchnerista (en la que el Estado recuperó la voz en la definición de la política educativa, no siempre con éxito, y estableció políticas socioeducativas por fuera de la escuela, para sostenerla). Hoy no sabemos bien cuál es la política”, señala Núñez. “El proyecto político está desdibujado y no hay directivas claras. Creo que eso expresa cierta dificultad para comprender cómo funciona la lógica del sistema educativo y el rol de un ministerio nacional en un país federal, donde la provisión de educación está en manos de las provincias.”
Para Núñez, el rol del Consejo Federal de Educación –formado por los ministros del área de todas las provincias– tampoco se destaca como ese espacio en el que consensuar políticas para todo el país. “Hoy se traslada nuevamente la responsabilidad a las provincias, pero debería haber mínimos de universalidad en el sistema. Sino, queda librado a las diferentes capacidades técnicas y presupuestarias de cada una. Queda librado a producir más desigualdad.” Tampoco los sindicatos están siempre a la altura. “Es lógico que defiendan cuestiones gremiales, pero la crítica que se les puede hacer es que la discusión se limita a salarios y hay poca innovación en las propuestas en otros temas, a pesar de que la mayoría de los sindicatos del país tiene espacios de formación y discusión.” La confrontación Gobierno-Baradel –que hoy es con Macri pero antes fue con Scioli en la provincia de Buenos Aires– no parece el marco más promisorio para pensar una política en común.
EXPLICACION : DAME CORONA
Respuesta:
problemas trae esta falta de continuidad en las políticas de Estado
En Colombia ya es costumbre que con la llegada de un nuevo mandatario se estrenen casi todos los funcionarios públicos. Por ejemplo, el presidente Iván Duque ya anunció el nombre de cada uno de sus nuevos 16 ministros y los directores de algunas entidades públicas como el Icbf, el Dane, DNP, DPS entre otras. Pero, Duque no ha sido el único en realizar cambios totales, pues durante el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) hubo 63 cambios en el gabinete presidencial.
en qué sucede con proyectos educativos, de infraestructura o de salud
si trasladamos este razonamiento a la realidad de los sistemas educativos, la evidencia empírica es flagrante: contar con aulas y espacios de aprendizaje en buen estado es determinante en el momento de lograr que los alumnos obtengan los resultados académicos esperados. En otras palabras, el estado de los colegios incide directamente en el desempeño de los alumnos