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EUROPA:
El aspecto del paisaje rural del sur de Europa a comienzos de los años cincuenta tenía ciertas características que vistas desde el presente parecerían más asociadas a la América Latina de esa época: la agricultura estaba dominada por la tracción animal; los rendimientos de los cereales y la ganadería eran bajos; el latifundio y la aparcería eran formas habituales de propiedad y tenencia de la tierra en muchas zonas de Italia, España y Portugal, donde los trabajadores sin tierras constituían una clase social rural fundamental; otras regiones se caracterizaban por una agricultura campesina minifundista pobre, particularmente las áreas de montaña (por ejemplo en los Apeninos, los Pirineos, los Alpes, el Macizo Central francés, la Cordillera Cantábrica, los Sistemas Bético y Penibético españoles, el Alentejo portugués); y las condiciones sanitarias y los servicios de electricidad, agua potable, caminos, educación y atención médica eran precarios. El campo se contraponía a la ciudad, centro de la industria, los servicios profesionales, las artes, la educación, las finanzas y el progreso.
Estados unidos
Los datos de la geopolítica se han trastornado, en algunos años, de una manera que no tiene equivalente desde la Segunda Guerra Mundial. El enfrentamiento Este - Oeste pertenece al pasado; pero las esperanzas que esta evolución inesperada había despertado se han transformado rápidamente en inquietudes de un nuevo tipo, mientras que en el escenario mundial, los dramas africanos vuelven a sacar a plena luz la cuestión de las relaciones Norte - Sur que, desde siempre, está en el centro de mis preocupaciones.
Los campesinos del Norte se inquietan por su futuro, al faltar mercados remuneradores a la medida de su capacidad de producción. La pobreza persiste en el Sur, reteniendo en la inseguridad y el "malvivir" a cientos de millones de habitantes. Pero no hay en ello nada verdaderamente nuevo: por el contrario, yo veo que persisten problemas no resueltos desde hace decenios y que, constantemente, se acumulan y adquieren una fuerza explosiva. Citaré la demografía del Sur y la actitud del mundo rico a este respecto; la emigración desde los países pobres hacia los ricos y sus consecuencias en las sociedades de acogida; la pobreza persistente y el agotamiento de los recursos naturales; los mercados de materias primas y el constante deterioro de los términos de intercambio; los flujos financieros y el endeudamiento del Tercer Mundo. Pero el examen de estos problemas obliga a pensar a contracorriente y a discernir en la evolución del mundo una formidable presión para el progreso, en lo que veo un papel destacado para los campesinos del Norte tanto como para los del Sur.