Que fuentes lisaras en una anecdota

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Respuesta dada por: celiachoqueflores58
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Pasos para elaborar una anécdota

Si lo que deseas es relatar una anécdota, considera los siguientes pasos, para su elaboración:

  1.    Piensa en algún suceso que hayas vivido que se destaque por ser gracioso, tragicómico, divertido, etc. Y que estés dispuesto a contar en público, sin avergonzarte.

    2.     Escribe en una hoja, los acontecimientos principales del suceso, en el orden en que ocurrieron.

    3.     Ensaya la forma en que lo contarás, fijándote principalmente, en:

   destacar los ámbitos más interesantes y divertidos de la historia.

   ser breve, evitando así, aburrir con tu historia.

   utilizar variados todos de voz, y en ir actuando con tus palabras, lo que te ha sucedido.

A continuación, te presentamos un ejemplo de anécdota.

Estaba caminando por la estación del metro. Esa mañana me había arreglado muy bonita para ir a una reunión. Me sentía realmente despampanante y capturando todas las miradas de quienes se encontraban a mi alrededor. De pronto, lo veo: un joven alto, de pelo castaño, ojos verdes; muy bien parecido. Él, me miraba fijamente. Yo, sencillamente, ¡no podía creerlo! Me veía bien, pero… ¿Para captar la atención de un hombre así de guapo? No me cabía en la cabeza. De seguro, era por ese vestido ceñido que me había comprado hacía un par de días o.. por esos masajes que me había hecho en la peluquería… no sé, pero el asunto, es que todo había dado resultado.

Pasé por el lado del joven y como lo perdí de vista, seguí caminando con la cabeza girada hacia atrás, mientras avanzaba en busca del metro – que aún no aparecía – contorneando mis caderas y con un aire muy coqueto, para hacerle notar, que me interesaba entablar una conversación con él. Él sonreía. Yo pensaba: “¡Por fin!, hoy se acaba mi soltería. En eso iba discurriendo, cuando ¡Plaf! ¡Me caigo dentro de la línea del metro! Toda la gente se agolpó a mirarme. Yo, en el suelo, con el pelo desordenado, sin poder subir por mis propios medios; el vestido roto y la vergüenza… ¡Qué vergüenza sentía! Entre varios, lograron sacarme de ahí, antes que llegara el tren y me atropellara. Cuando ya estaba sana y salva, miré de reojo al joven, que se reía a carcajadas de mí. Con el orgullo hecho pedazos, me subí al primer vagón que vi y traté de hacerme la desentendida.

Explicación:

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