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Estar al servicio de la vida, transmitirla y protegerla, escriben, son actos que derivan naturalmente de la realidad profunda del amor conyugal. Ser una familia significa estar abiertos y dispuestos a acoger la vida, defenderla y educar a las futuras generaciones a que crean en ella. "Los esposos que han asumido la responsabilidad de la procreación y que gozan de la experiencia de construir una familia, están llamados a mostrar al mundo que vale la pena tener hijos, que es hermoso dar a la sociedad y a la Iglesia hijos bien formados y que no hay ninguna razón para tener miedo".
Estar al servicio de la vida en una familia, no implica solamente abrirse al misterio de la procreación, sino que además puede tomar la forma de la acogida amorosa a niños que son víctimas del abandono, del hambre, niños necesitados de amor y cuidado. De esta manera el encuentro con los padres adoptivos puede ser una oportunidad para estos niños de retornar a la vida. "La adopción, incluso cuando no está marcada por la infertilidad - dicen - se convierte en una especie de desafío, una forma concreta de apostolado familiar y de expresión de la fecundidad de la experiencia conyugal".
Dios siempre tiene un proyecto de amor para la realidad de la familia. El secreto es aprender a confiar en este proyecto, porque de esto, afirman, depende el futuro de nuestra sociedad.
Respuesta:“La familia al servicio de la vida” es el título de la carta pastoral que Monseñor Luis Fernández, obispo de Rafaela, dirigió a su comunidad diocesana con motivo del inicio de la Cuaresma.
En la carta, el prelado recuerda que “en la Cuaresma, la liturgia nos ayuda a descubrir que toda la vida de Jesús, cada gesto, cada opción, cada palabra, es fruto de un amor libre y maduro que siempre opta por la vida, porque tanto el amor como la libertad cobran su mayor sentido cuando están orientados a la Vida”. Monseñor Fernández invita a "celebrar en este tiempo la libertad y el amor de Jesús", un amor que “siempre se las ingenia para encontrar caminos que sostengan, acompañen y promocionen la vida”.
En cuanto a las nuevas realidades familiares, el prelado expresó el deseo de seguir abrazándolas con misericordia, con apertura eclesial y en un diálogo sincero. Y en un momento difícil para una sociedad donde "la propaganda ideológica de una libertad ilimitada pareciera ganar terreno", el obispo subraya que "como Iglesia creemos, deseamos, pedimos y buscamos el respeto por los derechos de la mujer”, así como para el niño el derecho a nacer: “Nunca ahorraremos esfuerzos por buscar respuestas que conduzcan siempre a la vida”.