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Las clases dominantes dentro del capitalismo, notoriamente la burguesía elogiaban las directrices fascistas como lo era la exaltación del nacionalismo y el fortalecimiento del poder del Estado y el ejército lo que conllevaría a la afirmación de la voluntad para conquistas territoriales y expansión imperialista de las élites. Celebraban igualmente la exaltación del esfuerzo individual que permitirá la renovación de las elites mediante la promoción de fuertes individualidades
Atención de alta importancia para estas clases era la lucha contra el marxismo acusado de poner en peligro la familia y el país. La revolución Marxista, sinónimo de desorden, se oponen a una revolución que restablecerá el orden y autoridad del fascismo. Paradójicamente, la condena del Estado liberal y del sistema capitalista está justificada, por una parte, porque ambos son incapaces de oponerse al marxismo. El fascismo nace y siempre se desarrolla como respuesta a una política y económica y como alternativa a la crisis comunista a esa crisis.
Con la llegada de la crisis general del capitalismo, este giro de la democracia burguesa a la reacción política, que ya había comenzado en el período previo a la guerra del imperialismo, termina y se refleja en el crecimiento del fascismo. En las condiciones de la crisis general del capitalismo, la democracia burguesa, que es la forma oculta de la dictadura de la burguesía desarrolla el fascismo, que es la dictadura terrorista abierta de los elementos más chovinistas y más imperialista de capital financiero. A través del establecimiento de la dictadura fascista, el capital financiero trata de encontrar una salida a la crisis a expensas de la clase obrera y de los trabajadores.
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