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Respuesta:
Los diarcas o reyes de Esparta fueron, al menos desde la reforma política atribuida a Licurgo (siglo VIII a. C.), una pareja de monarcas que dirigía dicha ciudad estado o polis, durante los tiempos de la Antigua Grecia. Uno pertenecía a la dinastía de los Agíadas (de origen dorio) y el otro a la de los Euripóntidas (de origen aqueo), enraizadas ambas –según la leyenda- en dos gemelos descendientes de Heracles. Ambos reyes tenían igual rango.
Los miembros de ambas familias no podían contraer matrimonio entre sí y sus tumbas se hallaban en lugares distintos. El tabú que prohibía matrimonio entre dinastías fue roto por Cleómenes III, poco antes del inicio de la decadencia definitiva de la ciudad.
El poder real se transmitía al “más próximo descendiente del más próximo ostentador del poder más cercano a la realeza”,1 es decir, que el hijo pasa por delante del hermano, y que aun existiendo el derecho de primogenitura, el hijo nacido cuando el padre es ya rey tiene prioridad sobre aquellos nacidos antes de su advenimiento al trono. En cualquier caso, parece que los espartanos interpretaban con flexibilidad estas normas sucesorias.
Los poderes de los reyes eran esencialmente militares y religiosos. Al principio, los monarcas podían hacer la guerra al país que desearan, siendo sus decisiones colegiadas. A partir del 506 a. C., fecha del famoso “divorcio de Eleusis”, los reyes harán sus campañas por separado. En el siglo V a. C. parece que es ya la asamblea la que vota la guerra y los éforos quienes deciden sobre la movilización. El rey, quienquiera que sea, es siempre el “hegemón” o comandante en jefe durante las campañas militares; tiene autoridad sobre los demás generales, puede acordar treguas y combate en primera línea en el ala derecha, protegido por su guardia de honor de cien hombres, los “hippeis”.
Explicación:
MARCA COMO LA MEJOR POR FIS