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La historia ilustra, nos da luces sobre el comportamiento humano y nos refresca la memoria cuando muchas veces preferimos olvidar. Con motivo del coronavirus distintas publicaciones recuerdan el terrible impacto de otras pandemias. Así, el repaso por las pestes de Justiniano y la bubónica, la antigua y larga del cólera, o la gripe española y sus efectos impresionantes, nos acompaña hasta hace un siglo. De las víctimas de la gripe aviar, la gripe porcina, la propia influenza y los coronavirus conocidos como SARS y MERS, podemos establecer efectos mortíferos hasta ahora más potentes que el covid-19. Esta pandemia que ahora padecemos se expandió con una velocidad inusitada y dejó ver las costuras del tiempo que vivimos. Ensayo de la pandemia es una nota de fuente dudosa que refiere a un supuesto simulacro en Nueva York en octubre entre altos ejecutivos poderosos. Esta especie sugiere que los poderosos sabían que algo de esto iba a suceder. Presumo que quieren señalar presunciones y culpables. Pero el título de estas pieza, que bien puede inscribirse en la montaña de mensajes mentirosos, noticias falsas y la catarata de tuiters y aquella otra ‘pandemia’ que inunda las redes sociales, bien sirve para acudir a títulos literarios con la palabra ensayo. Visión y lucidez en una de las mejores plumas de este tiempo se delatan en José Saramago. Habrá tiempo, en estos largos días, para sumergirse en esas obras maestras de ficción que revelan ideas profundas. ‘Ensayo sobre la ceguera’ nos conduce a un mundo donde de modo paulatino se va expandiendo el mal. Una sola persona puede ver y es un insólito testigo que nos describe el esperpéntico panorama. El otro título es ‘Ensayo de la lucidez’. La dicotomía entre ceguera y lucidez, es una metáfora contradictoria que ilustra los días que vivimos con asombro. Cuando China expandió el mal desde Wuhan, muchos no lo quisieron ver. Una exageración maléfica de la prensa, noticias alarmistas de los medios perversos, decían. Un intento del imperialismo occidental para desprestigiar a la gran China, repetían. Los gobiernos europeos se pusieron un vendaje en los ojos, se confiaron y hoy países como Italia y España pagan las consecuencias del escepticismo con miles de muertes. Francia despertó algo tarde. Ángela Merkel mostró lucidez para orientar a Alemania que tiene altos contagios. Reino Unido se aisló de la Unión Europea y su condición de isla, pensaban, era un muro natural. La peste llegó, al fin y al cabo. Otra arrogante demostración de poder desplegó el descreído Donald Trump que ahora ve Nueva York bajo pánico, Washington confinado. California en cuarentena y hasta Miami en emergencia. No hace falta tener ojos para ver, como sucedía con Jorge Luis Borges, aunque la lucidez, en tiempos de ciegos y asolados por las pandemias no es común en la clase política del mundo que nos tocó vivir.