• Asignatura: Religión
  • Autor: Danielamarquez12345
  • hace 7 años

cómo debe ser una familia que vive en justicia y paz? que debemos hacer ? y qué no debemos hacer para que se vea en este ambiente?

Respuestas

Respuesta dada por: melopeya
3

:

“Una Iglesia sin caridad no existe”. Estas palabras del Papa Francisco nos indican que sin caridad, sin amor, no puede existir la iglesia doméstica que es

la familia, porque ésta necesita, de forma ineludible, atender la acción social

como consecuencia de su condición de comunidad de amor. El matrimonio,

y la familia como desarrollo y generación de él, es sacramento en tanto que

es signo, manifestación, comunicación del amor de Dios que es el Amor, si

ese amor no existe, si los que van a formar esa familia se niegan a dárselo mutuamente, no hay matrimonio y por lo tanto no hay familia. Una familia en la

que por la degeneración y el abandono, o por las infinitas circunstancias que

hayan podido concurrir, haya desaparecido la más pequeña brizna de amor,

no es reconocida como tal por nadie y se puede categorizar que no existe.

Consecuentemente, una familia sin misericordia ni la caridad que

surja de ella, difícilmente será sacramento del amor porque, sencillamente,

no ama. La misericordia es la práctica del amor, la caridad es el amor de donación hacia los demás con los que nos solidariza, una familia que no haya

desarrollado la capacidad de salir de ella misma y donarse, escasamente podrá practicar un amor más allá que el propio vinculado al afecto que se tengan entre ellos, el cual acabará languideciendo y viciado y con olor a rancio,

deformado y endogámico, esperpento de la vitalidad y la alegría que siempre

imprime el amor auténtico.

De esta manera, la acción social de la familia la lleva a encontrarse con

los que están fuera de ella, enriqueciéndola y ampliando su espacio vital, sin

que ello suponga romper el círculo de intimidad que es imprescindible conservar y sin que deba ser invadida por lo externo más allá de lo que se necesita para compartir la vida i donarse. Es entonces cuando la familia aporta a

la sociedad lo más rico de ella misma; puede dar su ingenio, su capacidad de

organizar, su aportación artística, el toque de eficacia que pueda tener alguno

de sus miembros, la capacidad de acoger y escuchar, la contingencia material

de lo que el otro pueda necesitar, bienes alimenticios, de ajuar, de mobiliario,

aportaciones para el sostén económico, atención y cuidado de niños, enfermos o gente mayor,… Todo son aportaciones que la familia, en función de

la donación que hace de sí misma y de sus miembros por el amor que vive,

transmite a la comunidad (sociedad), construyendo y ayudando a levantar la

justicia, y propiciando la paz.

A continuación vamos a ver cómo la familia que es la iglesia doméstica, pidiendo a Dios que venga su reino para que cada día nuestro mundo sea

un poco más como Él quiere que sea, se ve llevada a vivirlo cotidianamente,

lo que implica que en su día a día tenga de vivir el amor, la verdad, la justicia,

la paz y la vida que surge de todo ello, deviniendo una comunidad de amor

que genera vida. En este proceso tiene una importancia fundamental la educación como medio para el desarrollo y el crecimiento de la familia en su

conjunto y de todos sus miembros que se educan, regulan y moderan mutuamente. Esta acción de transformación paulatina, cotidiana y permanente de

la familia, la convierte en constructora de justicia, la cual empieza a aplicar

en el trato entre sus componentes, a partir de la cual se crea un ambiente de

paz que la trasciende, y del que ella también es promotora. Finalmente, al

darse como consecuencia de la acción de esa misma justicia y del amor que

la sustenta, se proyecta al exterior en lo que podríamos llamar la acción social

de la iglesia doméstica, que la engrandece como comunidad, los enriquece

como individuos que forman parte de ella y dignifica a la sociedad que se

beneficia de la presencia de familias auténticas.

Efectivamente, tiene razón todo aquel que diga que el presente planteamiento es una utopía, no tanta quien diga que no es realizable; sin embargo sí tendrán razón quienes observen la dificultad en conseguirlo y la escasa

presencia en nuestras sociedades de familias así, porque estamos imbuidos

de elementos como el materialismo, el personalismo, el individualismo, la

exaltación del yo, el hedonismo, la laicidad extrema que ignora por completo

el Amor, Dios, la obsesión por el poder, el tener, el influenciar, el controlar y

dominar para evitar que el otro, el posible otro porque hace tiempo que lo

hemos alejado, pueda plantearme dudas molestas y yo experimente lo fastidioso de su evidencia real e impertinente. Ese otro en el que Dios, el Amor, se

identifica y se nos manifiesta hasta el punto que Jesús dijo: “en verdad os digo

Explicación:


Danielamarquez12345: La pregunta no está bien clara:v
melopeya: te la copio mejor
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