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Madre Teresa de Calcuta es venerada por personas de todas las naciones y religiones como ejemplo a seguir, santa y símbolo luminoso del servicio gratuito al prójimo. Era una misionera de un amor sin confines: sin confines en su extensión geográfica, como los apóstoles enviados por el Señor; sin confines en su profundidad espiritual, según el mandamiento único y nuevo de Jesús “amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Madre Teresa vivió este mandamiento de Jesús en un modo extraordinariamente auténtico y completo haciendo resplandecer la luz de Cristo dondequiera que se encontraba. A través de su ser y su actuar demostró al mundo qué significa la misión hoy: no predicaba el amor con su palabra sino con su modo de vivir.
Cuando la Madre Teresa envió a sus monjas a Etiopía, el régimen dictatorial le propuso la delicada pregunta acerca de cómo pensaba realizar su labor. Su respuesta fue: “El tierno amor y el cuidado que dedicaremos a los más pobres entre los pobres de vuestro país serán una prueba del amor de Dios mismo hacia ellos”. La Madre Teresa jamás criticaba la fe de los demás, sino que a través de su ejemplo los atraía a la suya.
Cualquier cosa que Ella hacía era “obra de Él”, no consideraba ninguna de sus obras un mérito propio. Ella era “el lápiz en la mano de Dios. En la mano de un Dios que estaba escribiendo una carta de amor al mundo”.Su disponibilidad la condujo a una nueva, desconocida, profundidad mística y espiritual. En la revelación de Su sed, de Su necesidad de amor (“tengo sed”, Jn 19,28) Jesús le pide el consenso a Su designio.
El camino hacia la profundidad espiritual para Madre Teresa asumió un giro inesperado y dramático. En una “noche del alma” que duraba desde hacía décadas, Jesús le hizo participar en modo místico, pero al mismo tiempo muy real, a Su sufrimiento y al abandono de Dios en la cruz (“Dios mío por qué me has abandonado”, Mc 15,34). Mientras el orden nuevo fundado por ella se extendía a todo el mundo, ella, a través de una lejanía de Dios vivida en modo muy angustioso, experimentaba el dolor de la sed de amor y de un amor que no sentía correspondido.
Madre Teresa se confió completamente a la guía divina con la fundación en 1948 de las “Misioneras de la Caridad”, cuyo objetivo era llevar la luz de Jesús a los más pobres entre los pobres en los slums de Calcuta y seguidamente a todos aquellos que sufren por la pobreza material, social y espiritual en todo el mundo.
Se dio cuenta de que el lugar, donde la sed de amor de Jesús puede ser placada, son los hambrientos, los sedientos, los desnudo y los desamparados – en una palabra: “Jesús vestido como el más pobre entre los pobres”, en los slums del mundo y en los slums espirituales en el corazón de las personas. Así ella se hizo Misionera de la Caridad, con un compromiso social sin límites y con una profundidad espiritual inigualable. Anticipando la globalidad de la igualdad entre pobres y ricos, en esta mujer minúscula se demuestra la misión de toda la Iglesia y la vocación de cada hombre, independientemente de la raza y de la religión, del color y de la ideología: “a ser hijos de Dios, creados para amar y para ser amados”. (MS/LM) (Agencia Fides, 24/08/2010)
Cuando la Madre Teresa envió a sus monjas a Etiopía, el régimen dictatorial le propuso la delicada pregunta acerca de cómo pensaba realizar su labor. Su respuesta fue: “El tierno amor y el cuidado que dedicaremos a los más pobres entre los pobres de vuestro país serán una prueba del amor de Dios mismo hacia ellos”. La Madre Teresa jamás criticaba la fe de los demás, sino que a través de su ejemplo los atraía a la suya.
Cualquier cosa que Ella hacía era “obra de Él”, no consideraba ninguna de sus obras un mérito propio. Ella era “el lápiz en la mano de Dios. En la mano de un Dios que estaba escribiendo una carta de amor al mundo”.Su disponibilidad la condujo a una nueva, desconocida, profundidad mística y espiritual. En la revelación de Su sed, de Su necesidad de amor (“tengo sed”, Jn 19,28) Jesús le pide el consenso a Su designio.
El camino hacia la profundidad espiritual para Madre Teresa asumió un giro inesperado y dramático. En una “noche del alma” que duraba desde hacía décadas, Jesús le hizo participar en modo místico, pero al mismo tiempo muy real, a Su sufrimiento y al abandono de Dios en la cruz (“Dios mío por qué me has abandonado”, Mc 15,34). Mientras el orden nuevo fundado por ella se extendía a todo el mundo, ella, a través de una lejanía de Dios vivida en modo muy angustioso, experimentaba el dolor de la sed de amor y de un amor que no sentía correspondido.
Madre Teresa se confió completamente a la guía divina con la fundación en 1948 de las “Misioneras de la Caridad”, cuyo objetivo era llevar la luz de Jesús a los más pobres entre los pobres en los slums de Calcuta y seguidamente a todos aquellos que sufren por la pobreza material, social y espiritual en todo el mundo.
Se dio cuenta de que el lugar, donde la sed de amor de Jesús puede ser placada, son los hambrientos, los sedientos, los desnudo y los desamparados – en una palabra: “Jesús vestido como el más pobre entre los pobres”, en los slums del mundo y en los slums espirituales en el corazón de las personas. Así ella se hizo Misionera de la Caridad, con un compromiso social sin límites y con una profundidad espiritual inigualable. Anticipando la globalidad de la igualdad entre pobres y ricos, en esta mujer minúscula se demuestra la misión de toda la Iglesia y la vocación de cada hombre, independientemente de la raza y de la religión, del color y de la ideología: “a ser hijos de Dios, creados para amar y para ser amados”. (MS/LM) (Agencia Fides, 24/08/2010)
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LO SIENTO COPIE TODO :P
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