¿Por qué es importante conocer la filosofía de Santo Tomás y cómo influye en el pensamiento actual?
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Este artículo trata acerca de los aportes que hicieron San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino con respecto a la elaboración de calendarios y la influencia de importantes estudiosos en la estructuración del pensamiento de estos filósofos. También, se hace referencia a los postulados teóricos de estos autores, sus contraposiciones con relación a la ciencia y la teología, así como algunos aspectos históricos del contexto en que vivieron, con el propósito de entender su obra y la importancia de la Iglesia como institución rectora de una época.
San Agustín de Hipona
San Agustín de Hipona nació en Tagaste, norte de África, en el año 354; y murió en el año 430. Se considera el filósofo más importante de la Iglesia cristiana antigua.
El padre de San Agustín era un pagano y su madre, por el contrario, una mujer cristiana. Tras constantes observaciones, estos reconocieron el gran talento de su hijo en el campo literario y destacaron su agudeza mental. Por lo anterior decidieron enviarlo a la Escuela de Cartago, cuando apenas tenía 16 años; en dicha institución estudió Retórica y Derecho.
Cabe mencionar que Cartago era una ciudad que albergaba los principales centros de aprendizaje de la época y los estudios de corte pagano constituían la tónica principal de su currículo; sin embargo, la introducción del pensamiento cristiano ya aparecía en algunos textos de Ireneo y otros escritores conocidos en la historia, como la patrística cristiana cuyos inicios datan del siglo segundo después de Cristo.
Se cree que San Agustín, por todas estas influencias vividas en Cartago, abrazó filosofías paganas como el maniqueísmo, alrededor del año 373. El maniqueísmo es un pensamiento procedente de un personaje persa conocido como Mani o Manes, alrededor del siglo II después de Cristo. Este autor enseñó un estricto dualismo en el que la luz y la oscuridad están en un conflicto eterno; la luz adquiere un significado de paz, convivencia armónica u Ormuz; por su parte, la oscuridad constituye un debate, una lucha o Ahrimán. De ahí que para él, el universo es el resultado de confrontaciones entre mundo de las tinieblas y la luz, de esa manera, surge la vida.
Aunque Manes rescató la figura de Jesús presentado por el cristianismo, le adjudicó tradiciones budistas y otros aspectos de la ideología persa, otorgándole así, un perfil que dista mucho de la pureza desde la óptica cristiana (Bermejo, 2008).
Según narra la historia, cuando San Agustín se convirtió al cristianismo, ya tenía una experiencia basta en los campos filosóficos y religiosos. No obstante, la influencia de otros pensadores griegos y latinos fue esencial en la configuración de su pensamiento, que se enriqueció con la filosofía neoplatónica, pitagórica, estoica, epicúrea, así como con su relación con Cicerón.
Sumado a lo anterior, la extensión territorial del Imperio requería de gran cantidad de soldados, lo que implicó un gasto económico muy grande, pues ellos eran esenciales para el cuido de las fronteras y el mantenimiento de la paz, tanto interna como externa. Dichos soldados se encargaban de vigilar los roces entre las distintas culturas que conformaban el Imperio; asimismo, controlaron la violencia y los ataques de pueblos enemigos que intentaban saquear las zonas de riqueza.
En el aspecto económico, fueron varias las causas que repercutieron en el derrumbamiento del Imperio. Algunas de estas fueron el aumento creciente en los impuestos; la implementación de una economía de trueque, porque la moneda circulante disminuyó; el agotamiento de las tierras por el excesivo cultivo; y la declinación de todo el sector industrial y comercial, lo cual motivó a un aumento en la servidumbre de los ciudadanos quienes, en lugar de realizar labores productivas, se dedicaron a prestar servicios a la nobleza.
En este escenario apareció el pensamiento de San Agustín, producto en parte de la situación social e histórica antes mencionada. Además, en el año 410, Roma fue dominada por tribus norteñas que se dieron a la tarea de saquear el Imperio Romano y después regresaron a sus lugares de origen. Este hecho, sumado a lo expuesto anteriormente, creó una polémica entre los paganos que consideraban que la caída de Roma fue resultado de la cristianización del Imperio el año 323, específicamente durante el gobierno del Emperador Constantino.
El pensamiento agustino parte de esa polémica y pretende demostrar que la caída de Roma no es producto del cristianismo. Así, Agustín de Hipona se dedicó a escribir una obra majestuosa, conocida como la Ciudad de Dios. En este texto, intenta rechazar los argumentos de aquellas personas que sostenían que si Roma hubiera continuado con el paganismo, se hubiera evitado su derrumbe como Imperio.
Respuesta:
La filosofía griega aduce que una de las características del ser humano radica en la constante pregunta sobre el porqué de las cosas. En la búsqueda de respuestas a esas interrogantes, la observación desempeñó una función esencial. Por eso, la bóveda celeste constituyó una fuente primordial para contestar a todo lo relacionado con los movimientos de los astros y su posible incidencia en los asuntos humanos vinculados con el yo y la naturaleza.
Históricamente se sabe que los griegos fueron pueblos dedicados a la navegación, esto les permitió conocer y transmitir su cultura a otras latitudes. Así pues, se conoce su influencia sobre el norte de África, el Oriente Medio y por supuesto en todo el sur del continente europeo. Por eso, la península griega fue objeto de múltiples migraciones como la de los aqueos, jonios y dorios para citar algunos (Martín, 1996).
De acuerdo con lo anterior, la geografía fue una ciencia de vital importancia en la expansión económica y cultural de los helenos.
Durante ese afán indagatorio, unido a su vida material, surgió la preocupación por medir el tiempo. En ese sentido, la observación del cosmos fue esencial para confeccionar instrumentos que les permitieran medir el tiempo y vincularlo al espacio. Se elaboraron, entonces, calendarios que se fundamentaron esencialmente en la posición relativa presentada por los astros en relación con la Tierra.
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