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Cree un cuento usando su imaginacion su cuento debe relatar una historia de prevencion frente a situaciones cotidianas de los adolescentes. Titulalo
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EL ALCOHOLISMO EN LA ADOLESCENCIA
Un grupo de amigos se encontraban jugando y charlando entre ellos.
Luego a alguien mostró que tenía un cupón para beber alcohol en una licorería.
Los padres no sabían qué estaba sucediendo.
Invitaron a otros amigos para aprovechar el cupón.
Se emborracharon hasta más no poder.
Luego sintieron los efectos del alcohol, tenían vómitos.
Por haberle mentido a los padres se sentían tristes.
Temían porque los descubrieran.
Ya sus padres no sabían qué sucedía pero se hacían preguntas.
Los jóvenes aprendieron de su lección y empezaron a buscar opciones.
El niño que siempre decía que no
Había un niño, aquí en esta ciudad, que tenía un problema muy gordo: decía no a todo, estaba obsesionado con el no. Creo que se llamaba Daniel. Sí, Daniel.
Al principio, sus padres y profesores no le daban importancia pero, cuando empezó a pasar el tiempo y el niño seguía contestando a todo que no, decidieron ponerlo en manos de especialistas.
Llamaron a un preguntador, que le hizo miles de preguntas: «¿Cómo te llamas?, ¿eres un niño?, ¿te gusta jugar al fútbol?». En n, probó con todas las preguntas y nada, el niño decía que no, que no y que no.
Probaron con un ilusionista, un personaje que solo daba ideas que hicieran mucha ilusión. El ilusionista le propuso cosas que cualquier niño en su sano juicio habría contestado afirmativamente: «¿Te gustaría ir al parque de atracciones?, ¿quieres que aparezca una tortuga?». No había nada que hacer; que no, que no y que no.
Consultaron con un psicólogo, que lo único que pudo decir es que era importantísimo que el niño dijera por lo menos una vez que sí y que de esta forma se curaría, vería que no pasaba nada y que era mucho mejor poder decir sí que no.
Los padres, los tíos y los maestros probaron desesperados todo tipo de preguntas: «¿Te apetece un helado?, ¿te gustaría ir a ver Ciento un dálmatas?, ¿quieres salir al patio?». Nada de nada. El niño dijo no.
Hasta que un día, su hermano, harto ya de tanta gente preguntando, dijo:
—Yo puedo solucionarlo.
Todos se quedaron de piedra.
—¿Cómo? —preguntaron.
—Es muy fácil, dejadme a mí. Se sentó frente a su hermano, todos estaban callados con los ojos muy abiertos, y le dijo muy serio:
—Dime la verdad, Daniel, ¿vas a seguir diciendo toda la vida a todo que no?
Daniel, sin darse cuenta de lo que contestaba, rápidamente respondió: «Sí».
Todos empezaron a aplaudir como locos. Y así se curó de la extraña manía de decir que no.
A veces vale más una buena pregunta que miles de promesas