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La Guerra Fría ha sido durante 45 años la nota dominante de las relaciones exte-riores y la inserción internacional de América Latina. El bipolarismo y el anticomu-nismo dieron un nuevo impulso a la hegemonía de EE.UU. en la región, dejandoatrás el panamericanismo emanado de la «Doctrina Monroe». Surgieron nuevasalianzas y mecanismos de seguridad hemisférica como el Tratado Interamericanode Asistencia Recíproca (TIAR) de 1947 o la Organización de Estados Americanos(OEA) de 1948. A pesar de estos mecanismos, la Guerra Fría motivó nuevas inter-venciones unilaterales de EE.UU. El bipolarismo también fue la causa última de losprogramas de ayuda externa y cooperación económica - como la «Alianza para elProgreso» de 1961 o la «Iniciativa para la Cuenca del Caribe» de 1984 - que EE.UU.lanzó hacia la región.Un nuevo escenario estratégicoLa lógica de la Guerra Fría, por otra parte, impregnó las percepciones Latinoameri-canas sobre seguridad y defensa y definió de forma muy precisa las «misiones» delas fuerzas armadas de la región. La «Doctrina de la Seguridad Nacional» se super- NUEVASOCIEDADNRO.138 JULIO.AGOSTO1995 ,PP. 48-69puso a la noción de seguridad decimonónica, basada en la soberanía nacional, laintegridad territorial y el mantenimiento del orden interno. Los cambios sociales ypolíticos fueron considerados intentos de infiltración y subversión comunista. Enuna división del trabajo de facto, la defensa contra el «enemigo exterior» fue asu-mida por EE.UU. Y en la práctica totalidad de América Latina la lucha contra el«enemigo interno» fue considerada una de las funciones primordiales de las fuer-zas armadas nacionales. La guerra antisubversiva fue el resultado inmediato deesta Doctrina, pero la lucha contra el comunismo, finalmente, justificó la rupturadel ordenamiento democrático y la dictadura militar1.El colapso de la Unión Soviética ha modificado drásticamente este escenario. Aho-ra EE.UU. es la única potencia militar - así lo demostró la guerra del Golfo -, aun-que no económica, y la competencia hegemónica se ha trasladado a la arena pro-ductiva, comercial y tecnológica. Las alianzas militares del mundo bipolar han de-saparecido o atraviesan una profunda «crisis de identidad», al tiempo que emergencon claridad grandes áreas comerciales que, en el contexto de la globalización,compiten por los mercados mundiales y el liderazgo tecnológico: el área de librecomercio de América del Norte, la Unión Europea ampliada al Este, y Asia orien-tal. Los países en desarrollo, desaparecidas las «áreas de influencia», perciben quesu importancia estratégica se devalúa - y con ella su capacidad de negociación -, yque el futuro demanda nuevas formas de inserción en la economía internacional,evitando quedar marginados de los flujos del comercio, las inversiones y el inter-cambio tecnológico. Por esta razón la integración regional ha adquirido actualmen-te una significación estratégica para América Latina.Estos cambios han tenido un gran impacto en las fuerzas armadas latinoamerica-nas. La Doctrina de la Seguridad Nacional se ha desmoronado con la misma rapi-dez con la que desapareció el «enemigo comunista». La guerra del Golfo, poco des-pués, significó un golpe de realismo para los militares «autonomistas» que aún as-piraban a convertir a países como Argentina o Brasil en grandes potencias regiona-les. En términos de seguridad, los procesos de integración económica y globaliza-ción minimizan la importancia de la fuerza militar, y el gasto de defensa pasa a serconsiderado un lastre para el crecimiento económico. Para los ejércitos de AméricaLatina, todo ello se ha traducido en perplejidad e incertidumbre, hasta el punto deque muchos de ellos experimentan una verdadera «crisis misional», de la que comoveremos se intenta salir recurriendo a un heterogéneo conjunto de viejas y nuevasfunciones. Esta crisis afecta la organización, el prestigio, las relaciones con la socie-1Aun con las experiencias nacionalistas y populistas de Velasco Alvarado en Perú o de Torrijos enPanamá. NUEVASOCIEDADNRO.138 JULIO.AGOSTO1995 ,PP. 48-69dad e incluso la propia identidad y justificación de las fuerzas armadas. En muchospaíses, dicha crisis ha dado paso a un debate más o menos intenso sobre el concep-to de seguridad, sobre los mecanismos y actores más adecuados para proveerla, so- bre las funciones, la organización y el tamaño de las fuerzas armadas, y el nivel degasto que cada país estaría dispuesto a dedicarles.
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