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El toque dulzón de las frutas desecadas es el contrapunto idóneo para servir unos entrantes sencillos, pero llenos de matices. Bastará con añadir unos trocitos de uvas pasas, tomate o ciruelas a unas tostadas untadas con un queso fuerte (como el cabrales o el roquefort) y decorarlas con una pequeña loncha de anchoa.
Respuesta:
Las frutas desecadas se obtienen tras someter a las piezas frescas (ricas en agua y azúcar) a un proceso de deshidratación, ya sea al sol y al aire libre o en secadores artificiales con temperatura regulada. Durante el desecado, las frutas pierden hasta un 80% de su agua y en el resto se concentra gran parte de sus nutrientes y su fibra.
Las frutas desecadas son muy apreciadas para cocinar en otoño e invierno. Su uso gastronómico se remonta a antiguos recetarios, a una época sin cámaras frigoríficas, en la que las frutas del verano se conservaban mediante esta técnica. El sabor dulce que las caracteriza las ha convertido en protagonistas de la repostería tradicional
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