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Además, a menudo la documentación que existe habla de cómo comían las clases más poderosas, con lo cual la dieta el resto de la población, que es la gran mayoría, queda en el más oscuro de los olvidos. Este problema documental perdura de una forma notable hasta prácticamente la revolución industrial. Es más fácil encontrar el menú de un banquete de un rey en el siglo XVII que el de un campesino de la misma época, y lo que comían uno y otro, como es fácil imaginar, no tiene nada que ver. Por otro lado, cada zona geográfica tiene su propia alimentación y gastronomía con lo cual no es lo mismo hablar de la dieta de Occidente que de la asiática o de la centroafricana. Pero es que además dentro de la misma zona hay notables diferencias locales. La globalización, no lo olvidemos, es algo muy reciente. Es interesante ver cómo, por ejemplo, la famosa dieta mediterránea tiene matices muy diferentes según la época y zona.