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Presentación
1El propósito de este documento es el de contribuir al análisis de los problemas estructurales que afectan a la nación colombiana y proponer lineamientos que orienten soluciones de fondo.
2Se han registrado en los últimos años y especialmente en la coyuntura actual, polémicas basadas en ideologismos relativos a los eventuales modelos de desarrollo económico y de organización del Estado que le convendrían a Colombia. Estas polémicas ocultan la real situación de la economía política, y conducen hacia acciones que no harán más que posponer transformaciones profundas y prolongar las condiciones que generan la dinámica de violencia social y de confrontación política armada.
3La Constitución de 1991 es un ejemplo de la forma como el establecimiento colombiano ha soslayado los cambios. Las verdaderas reformas que requería el país fueron sustituidas por modificaciones accesorias y formales del sistema político, sin que se tocara nunca el problema de fondo de la distribución del poder y su interrelación con la estructura económica.
4Frente a ello, se presenta en este documento una perspectiva basada en un marco de análisis que aísla e identifica los factores y actores del poder actual en Colombia, así como su interrelación y comportamiento, y permite, además, establecer el escenario de ajuste político requerido para modificar, de una manera democrática y constructiva, las condiciones de desarrollo del país.
1. El Estado y la sociedad
5El desarrollo político de una nación se alcanza a través de la construcción de un Estado en el cual el conjunto de sus instituciones opera en beneficio del interés general. El escenario de la democracia permite que esta operación se efectúe contando con la voz mayoritaria de los ciudadanos y con la opinión que ellos tienen acerca de los problemas y asuntos prioritarios por atender.
6Se registra con persistente frecuencia una tendencia a la distorsión del escenario democrático por la corrupción de las instituciones públicas mediante mecanismos que las ponen al servicio de intereses privados y sectoriales. Cuando ello ocurre, y sobre todo cuando ocurre de manera excesiva, la democracia se desvirtúa absolutamente. En estas condiciones, se transforma en una fachada para legitimar prácticas generalizadas de corrupción.
7Esto sucede en condiciones de un muy precario desarrollo político de una nación, y tiene la perversidad de constituir un escenario que se retroalimenta y agrava hasta cuando un verdadero mecanismo de ruptura radical rompe el círculo vicioso de su reproducción.
8Por otra parte, la capacidad de interacción a nivel internacional y, en última instancia, la soberanía de una nación, dependen de la existencia de instituciones legítimas, dentro de las cuales se garantice la sucesión de gobiernos legítimos, la existencia de instituciones parlamentarias respetables y la continuidad de una justicia operante.
9Las carencias o distorsiones en uno o varios de estos aspectos generan una situación de debilidad - que puede llegar a ser extrema-, en la cual la soberanía se ve profundamente afectada por las presiones externas o por la incapacidad de ejercer una interlocución adecuada con los otros actores del sistema internacional.
10De acuerdo con lo anterior, el aprovechamiento de los recursos naturales, la creación de ventajas comparativas en los mercados internacionales, la distribución de la riqueza, -concebida esta distribución como igualdad en las oportunidades de educación, de salud, de empleo, de bienestar-, la interacción internacional y en general, la movilización de una sociedad a través de sus instituciones en la búsqueda del beneficio general, tienen como requisito el desarrollo político, entendido éste como el adecuado funcionamiento de las instituciones públicas, liberadas de los nocivos mecanismos de corrupción antes descritos.
2. La situación colombiana
11El Estado como relación social refleja la distribución del poder económico y político. En todos los estados se refleja la influencia de los diferentes sectores sociales y grupos de interés, frente a los cuales el Estado debe ejercer un adecuado arbitraje, basado en la búsqueda del interés general.