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Explicación: El ritmo uniforme o monoforme es aquel que está determinado por la repetición regular de una misma unidad visual, cuyos elementos pueden estar colocados en sucesiones lineales, quebradas, onduladas, radiales o en espiral, produciendo en cada caso determinados efectos visuales y psicológicos.
El ritmo binario es aquel que está determinado por una alternancia de formas a partir de algunos de sus atributos visuales: tamaño, posición, color, etc.
El ritmo progresivo o modular es cuando las formas visuales cambian con una cierta progresión (o escala) que puede ser bien ascendente, bien descendente. Un ritmo puede crecer por tamaño, por grosor, por altura, por color, etc. Observamos una progresión rítmica cuando el efecto se intensifica en una dirección. Por ejemplo, una escala cromática del blanco al negro estaría marcando un ritmo progresivo, así como una sucesión de líneas paralelas que vamos separando o acercando cada vez más en una determinada dirección.
El ritmo concéntrico y radial se determina cuando las formas visuales se organizan en torno a un punto central. Una diana sería un ejemplo de ritmo concéntrico y una rueda de bicicleta o los pétalos de una margarita lo serían de ritmo radial. En el siguiente apartado dedicado a la simetría se volverá a hablar con mayor detenimiento de algunos de estos ritmos.
Los ritmos en espiral son variantes de los anteriores que generan desarrollos formales vertiginosos a partir de un punto central dilatándose hacia afuera, creando estructuras de gran belleza artística, como por ejemplo en una concha de Nautilus. La fusión de ritmos concéntricos, radiales o espirales determinan efectos dinámicos que con frecuencia han sido utilizados en las modernas investigaciones cinético-visuales del arte cinético y el Op Art, como podrás comprobar en el apartado tres de este mismo tema.