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Un profesor de Castellano a mediados del 80, encontró una prueba con la de un confuso Juan o José Flores quien nadie conocía, todos ignoraban su origen. Repasó las listas y nadie apareció con ese apellido. Unos meses después volvió a examinar al segundo año y se encontró con otra hoja firmada por Flores, y tampoco había aprobado aquella vez. Entonces sin saber quién firmaba esas pruebas, decidió mencionar el nombre con otros profesores, pero nadie reaccionó a tal apellido. Luego de salir de aquel lugar, la única persona que reaccionó a tal nombre fue una preceptora; que le comentó que hace tiempo, en segundo habia un alumno Flores que nunca había aprobado Castellano, y estudiaba mucho, pero sus deficiencias le impidieron eximirse. Una tarde, cuando iba rendir examen por quinta o sexta vez, lo atropelló una camioneta y murió, y fue la única materia que quedó debiendo para siempre.
Por lo tanto el profesor entendió que tenía que hacer una cosa y era aprobar ese examen, y es lo que hizo. Ante esto nunca más volvió a parecer una prueba con el apellido Flores.