• Asignatura: Historia
  • Autor: hinojosabianca452
  • hace 8 años

¿cree usted que Chile es un país democrático?. Por qué?.

Respuestas

Respuesta dada por: monosue08
2

Respuesta:

Porque es un lugar donde se respeta las leyes.

Explicación:

Democrático significa "Respeta leyes"

Respuesta dada por: gero21
2

RESPUESTA: ¿Es Chile realmente un país democrático?

yo creo que si chile es un pais democratico por su forma de vivir y todo eso saludos ojala te sirva...

EPLICACION:

No existen, por supuesto, democracias perfectas y no sería razonable, por lo mismo, buscar en el mundo constituciones políticas que pudieran imitarse. Hasta hoy, por ejemplo, parecen convencernos más los regímenes presidencialistas que los parlamentarios, pero podría ser muy razonable que avanzáramos a un sistema unicameral en vez de mantener la existencia de dos instancias legislativas que lo que más logran es actuar de filtro a las buenas iniciativas de ley y tener siempre un ámbito del Congreso menos sensible a las reformas demandadas por el pueblo. Junto con ocasionar, por supuesto, una onerosa carga para el Fisco en cuanto a diputados y senadores muy bien remunerados, cuanto con privilegios y fueros agraviantes si se los compara con los ingresos de la generalidad de los funcionarios públicos.

Cuando ahora las democracias más genuinas reclaman altos estándares en materia de libertad de expresión, la Dictadura y los gobiernos que la siguieron fueron consolidando una pavorosa concentración informativa, evidenciándose ahora último los intentos de la política por imponerle nuevas mordazas al periodismo y oponer altos grados de dificultad al desarrollo de la diversidad mediática, tales como el gravamen del IVA a los impresos o esa discriminatoria forma en que los gobiernos de turno asignan la publicidad estatal.

En los últimos días, la querella presentada contra una revista por la Presidenta Bachelet constituye uno de los más graves  traspiés  de su gobierno, especialmente cuando se trata del mismo medio que destapó el escándalo de Caval en que su nuera aparece seriamente comprometida en deleznables delitos como el tráfico de influencia, el soborno y el enriquecimiento ilícito. Como se sabe, la Jefa de Estado ha preferido emprender una acción criminal contra un medio de comunicación y no contra quien la injuriara o calumniara en las páginas de este semanario,  lo cual es inevitablemente visto como una forma de amedrentar a los periodistas que se propongan denunciar los abusos e irregularidades de las autoridades.

Quizás una de las situaciones más bochornosas de nuestro país sea lo que sucede en la Araucanía, con aquella histórica renuencia de los distintos gobernantes y partidos a reconocer a los mapuches como una nación dentro de nuestro territorio, valorar su identidad y respetar sus derechos políticos, económicos y culturales.  Es inaudito que después de su histórica y ejemplar resistencia a la dominación española, nuestro pueblo fundacional haya tenido que bregar por dos centurias más en contra de los regímenes republicanos que han ido invadiendo sus territorios, despojándolos de sus propiedades agrícolas y forestales, como arrinconándonos en lo que se ha dado llamar oficialmente  como “reducciones indígenas”. Todo ello en beneficio de algunos emigrantes traídos o acogidos para colonizar la Araucanía y que en la práctica han actuado y siguen comportándose como verdaderos cuatreros. Siempre de la mano, desgraciadamente, de las autoridades, los soldados y las fuerzas policiales.

Una escandalosa situación que ya tiene más que legitimado el uso de la violencia de manos de los más pobres y discriminados de esta zona. Sobre todo ahora que el propio Intendente de la Región ha tomado la palabra  para desconocer sus derechos territoriales, sin que La Moneda o la clase política manifieste estupor por ello y lo destituya del cargo como habría ocurrido en un verdadero estado de derecho.

En cualquier comparación con otros países del mundo y de nuestra propia Región,  Chile queda muy en deuda respecto de la democracia prometida, cuando a veintiséis años del fin del régimen autoritario se hacen tan evidentes, además, las debilidades de un Estado rico, lleno de recursos depositados en la banca extranjera y sin la posibilidad de repatriarlos para crear fuentes productivas que entreguen trabajo digno a la población. Nada más que por para cumplir fielmente con ese “principio de subsidiariedad” que solo permite el emprendimiento económico solo a los inversionistas privados y extranjeros. A la vez que nuestra Constitución y leyes coartan el sindicalismo, acotan la negociación colectiva y estigmatizan un derecho tan esencial y propio de los regímenes democráticos, cual es el derecho a huelga.

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