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Los conflictos ambientales para una organización vienen acompañados de problemas sociales y políticos, pérdida de reputación e interrupción del crecimiento. Uno de los últimos y más conocidos en el país fue el derrame en Imaza (Amazonas), con 2000 barriles de petróleo vertidos y 1900 personas afectadas. Aunque la mejor solución es la prevención e implementación de leyes, normas y políticas de regulación socioambiental, es necesario formular estrategias en caso de conflictos inevitables.
Según Iván Ormachea, presidente de la firma ProDiálogo y especialista en la prevención y transformación de conflictos, es necesario analizar todo a lo que la empresa se enfrenta. Así se brinda una serie de beneficios tanto para la organización como para las comunidades, compañías, Gobierno u otros agentes que formen parte del conflicto. Para ello, se debe:
Entender los orígenes, la dinámica y la naturaleza del problema. El objetivo es establecer qué posibilidades de resolución existen.
Comprender cómo se ha desarrollado el conflicto y todos los aspectos que lo componen.
Invitar a las partes involucradas a una discusión común. Esto con el fin de entender cómo se han comportado, cómo reaccionan y qué están dispuestos a permitir durante el desarrollado el problema.
Establecer herramientas y estrategias que permitan solucionar cada aspecto determinado. Además, debe identificarse en qué puntos se tendrá mayor consideración, analizando también los factores que fueron más impactados.
Fomentar una futura relación de colaboración entre la empresa y la contraparte, de modo que se pueda llegar a una solución en el menor tiempo posible.
La OEFA (Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental, que pertenece al Ministerio de Ambiente), es una entidad a la que diversas organizaciones pueden acudir. Aunque su principal labor es la prevención, esta institución también se encarga de coordinar con la compañía involucrada, los gobiernos regionales y otras partes. El fin es establecer la debida atención, mediación, negociación y diálogo para brindar soluciones. Además, ayuda a desarrollar programas de capacitación para el uso de herramientas, estrategias y procesos de gestión ambiental.
El siguiente paso es implementar una mesa de diálogo para la adecuada gestión de lo que ha sucedido. En ella deben estar todos los representantes de cada parte afectada, siendo fundamental conversar con representantes que manejen estos tres grupos: los que toman las decisiones, quienes las transmiten y quienes las ejecutan.
Después de implementar estrategias de colaboración entre todos, los participantes deben proponer alternativas de solución. Uno de los objetivos es que todos salgan beneficiados y satisfechos. Para ello, también se identificarán los indicadores sociales, ambientales, políticos, culturales, económicos, financieros, etc. de la empresa y de -por ejemplo- una comunidad local afectada.
La organización puede afrontar un conflicto sin perder reputación a largo plazo. Esto es gracias a un correcto control de crisis, basado en la gestión de imagen de marca, el diálogo institucional y el cumplimiento de normas legales. Finalmente, cabe recalcar que toda la resolución de un asunto de este tipo requiere primero de un conocimiento absoluto por parte de la compañía sobre el marco legal en el que se encuentra.
De esta manera, una gestión medioambiental eficaz será capaz de minimizar cualquier impacto dentro de dicho aspecto. En consecuencia, los procesos productivos en la empresa serán sustentables y acordes con las tendencias actuales, evitando problemas sociales y ambientales en los lugares en donde se opera.