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La autoridad y el control en el hogar debe ejercerse de forma respetuosa y sin maltratos físicos, los miembros de la familia deben negociar entre sí las normas que convienen para que sea un espacio donde reine el amor, la felicidad y el respeto.
La familia es muy importante porque en ella las personas aprendemos a formar parte de la sociedad. La familia constituye nuestra primera experiencia de vida social y también en ella aprendemos valores, tomando el modelo de cómo debe funcionar. Si dicho funcionamiento es sano y constructivo, los beneficios no solamente serán para sus miembros, sino para la comunidad donde está inmersa.
Generalmente la autoridad en la familia la ejercen los adultos, en particular los padres. Cuando falta uno de ellos, la autoridad recae en el padre o la madre que vive con los hijos, pero si faltan ambos, la autoridad recae en los adultos que hayan asumido la responsabilidad de la crianza de los niños.
En un hogar sano, la autoridad se entiende como la aceptación de la guía y la sabiduría de alguien, además de una fuente de amor y modelo a seguir. Por ello, quien ejerce la autoridad debe estar dispuesto a ser modelo de buen trato, respeto y práctica de valores. La autoridad debe ser no violenta, porque si no se llamaría autoritarismo, y cuando hay autoritarismo imperan las imposiciones y la obediencia ciega.
Por otro lado, debe existir control en la familia, porque sus miembros más jóvenes están aprendiendo las cosas de la vida y se hace necesario una guía o control para que vayan descubriendo como ir manejando las dificultades que se puedan presentar.
En general, la autoridad y el control familiar dentro del hogar se pueden ejercer de la siguiente manera:
- Debe ser compartida entre los adultos, como ejemplo de respeto, tolerancia e igualdad. Por ejemplo, el padre no debe dominar más que la madre, y cada uno de ellos debe respetar las decisiones del otro en relación con los hijos, poniéndose de acuerdo ante cualquier duda y como paso previo a la toma de decisiones con respecto de los hijos.
- Involucrar a los hijos en la toma de decisiones cada vez que se pueda, sobre todo si las decisiones los afectan o involucran.
- Ser equitativos con los beneficios y restricciones, evitar parcializarse por cualquiera de sus miembros.
- Ejercer la autoridad con respeto de las personas y dando siempre la oportunidad de expresar los puntos de vista diferentes.
- Involucrar a todos los miembros de la familia en la construcción de las normas y evitar el uso de la violencia, ya sea verbal, emocional o física.
- Las normas, una vez creadas y aceptadas por todos, deben ser respetadas, inclusive por la autoridad o autoridades. Por ejemplo, si una norma estipula decir la verdad, quien ejerce la autoridad debe dar el ejemplo y decir siempre la verdad.
- Se deben compartir las responsabilidades de mantenimiento del orden y la limpieza del hogar, evitando la discriminación de género y en lo posible, establecer un horario de tareas domésticas para todos los miembros de la familia.
- Llegar a acuerdos sobre las acciones en casos de emergencia, de dificultades o problemas imprevistos y de resguardo de la seguridad familiar. Es importante que ante un problema de cualquier miembro de la familia, reunirse y aportar soluciones, de forma solidaria,sensible e integrada.
- Quien o quienes ejercen la autoridad, deben clarificar las maneras en que los miembros de la familia pueden acceder a ciertos bienes deseables, así mismo, establecer a qué se puede obtenerlos. Los bienes deseables no son solamente objetos, sino cosas intangibles pero deseables, como horas de salida y llegada, por ejemplo.
- La autoridad no debe aceptar la violencia como forma de interacción o como manera de solucionar los conflictos. Para ello debe fomentarse la comunicación y la cooperación.
Las autoridades del hogar deben recordar siempre que la familia es un pequeño laboratorio donde se gesta la sociedad y un buen indicador de la forma como se relaciona nuestra sociedad.
Respuesta:
pachama camayac
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