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Tibilí es un niño africano risueño y feliz, que un día recibe la pésima noticia de que tendrá que ir a la escuela. Pero no quiere estar encerrado en una clase. ¿Para qué quiere leer y escribir, teniendo el cielo del día y de la noche, la tierra y las huellas de los animales, la pesca o la compañía de los monos?
Busca entre los animales quien le pueda aconsejar. ¿Esconderse en el tronco de un árbol? Un rato, quizá, ¡pero no cada día! ¿Fingir dolor de tripa? Cada día, no, y además, tendría que mentir a su madre...
La araña lo invita a buscar la solución en el cofrecillo de la sabiduría, que está enterrado entre el papayo y el tamarindo. Es fácil de encontrar, pero ¿cómo se abre? La gallina pintada y sus amigas se ríen de Tibilí con ganas porque el modo de apertura no tiene secreto: está escrito en una plaquita en el mismo cofre. De esa forma, Tibilí se encuentra en la necesidad de aprender a leer y cambia de opinión.
Es un álbum alegre, inverosímil e irreal, pero que invita al niño a imaginar la historia posible de otro pequeño que, probablemente como él o ella, no tiene ganas de cambiar la familia por la escuela. A diferencia de otros libros, aquí no se le promete que lo pasará muy bien, o se narra un primer día de clase fabuloso (y de nuevo, irreal; el primer día de la guardería suele tener mucho más llanto que alegría), sino que se hace topar al niño con el misterio de la letra indescifrable
Respuesta:
esa mmda que xD
bolillo 672919