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El Labrador
Érase una vez un hombre bueno que se dedicaba a las labores del campo, labraba la tierra a diario para poder llevar el alimento cada día a casa para sus hijos.
Tenía tres hijos, pero todos con personalidades diferentes, por eso a diario se peleaban el uno con el otro, el hombre ya no sabía que más hacer para que sus hijos se llevaran bien, el más pequeño y el mayor siempre se pegaron el uno con el otro (oración reflexiva), en cambio el del medio era un poco más tranquilo hasta que sus hermanos no le prestaban los juguetes y éste no se resistía y comenzaba a golpearlos.
Estos chicos necesitaban una buena lección para hacerles entender que las cosas tenían que cambiar, entonces el papá pensó: cada uno de ustedes saldrá al campo a buscar una pequeña ramita donde se posan los pájaros, uno de ellos le replicó, pero para qué quieres una ramita papá, y él le contesta, solo ve y haz lo que te pido, así que las pilas fueron puestas para salir a la búsqueda(oración pasiva) de las ramitas apresurándose a la orden de su padre.
Regresaron a casa con las ramas que su padre les había pedido, y éste las une con una cuerda las tres, y les dice que quiere ver si son capaces de quebrar las ramas juntas con una sola mano, salen uno a uno a ver si lo pueden lograr y nada ninguno pudo quebrarlas, entonces el padre desata la cuerda y les dice que cada uno quiebre la ramita que consiguió, y así sucedió, de esta manera si lo lograron. Y el padre les dice espero hayan aprendido la lección de la prueba que les puse hijos, ustedes son hermanos, por sí solo no lograron hacer lo que les pide pero cuando actuaron juntos y cada uno puso de su parte lograron hacer el pedido, por eso deben apoyarse el uno con el otro para que nadie los pueda vencer.
Los hermanos se abrazaron luego de la reflexión de su padre (oración reciproca), y es así como los niños se alegraron al ver al padre feliz (oración activa) por aquel gesto tan emotivo que hicieron, cada uno prometió protegerse y apoyarse sin más peleas.