Respuestas
La vida política colombiana ha estado marcada por la violencia desde los años cincuenta. Hasta los ochenta, los esfuerzos para negociar la paz fueron de carácter exclusivamente nacional; a partir de los noventa, la cooperación internacional se hizo presente.[1] Durante esta última década, la ofensiva guerrillera, los asesinatos políticos, las muertes en combate y las masacres de civiles seguían desgarrando a la sociedad civil. El fenómeno del paramilitarismo, alimentado por el narcotráfico y por el poder que alcanzaron las mafias regionales después de los desmantelamientos de los carteles de Medellín y Cali, también se desbordó. Se vivía, además, un bloqueo institucional y político que estaba asociado al dominio electoral del bipartidismo liberal-conservador que había estado afianzado durante un siglo y medio en el poder[2]. Los colombianos de diversa índole política empezaron a movilizarse y a exigir un cambio que sentase las bases de la paz que en ese momento se interpretaba como el fin del narcotráfico, el terrorismo y de la negociación con las FARC y el ELN.