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A partir de mediados del siglo XIX se define la forma en que las economías latinoamericanas se incorporan al mercado mundial.
En la etapa posterior a las guerras de la independencia, América Latina comienza un período de reestructuración de fuerzas, caracterizado por la violencia cotidiana, la represión por parte de las elites criollas hacia todas las disidencias, fueran de signo realista o de frentes revolucionarios, con el objetivo de mantener un "orden interno tolerable".
Hacia 1850 se definen las características del nuevo orden, ligando el desarrollo de los países latinoamericanos a la dependencia con los países centrales, lo que Halperin Donghi denomina "el pacto neocolonial". "Ese nuevo pacto transforma a Latinoamérica en productora de materias primas para los centros de la nueva economía industrial, a la vez que de artículos de consumo alimentario en las áreas metropolitanas".
Este nuevo contexto económico se caracteriza por el ingreso de capitales extranjeros y el otorgamiento de créditos a los gobiernos nacionales por parte de los países centrales. De esta manera, la expansión económica se va a desarrollar sobre la base del endeudamiento público externo; dado que tal expansión no es constante, los gobiernos tendrán que pedir continuamente nuevos créditos para pagar los intereses de los anteriores.
Las inversiones estarán dirigidas a distintos sectores de la economías nacionales dependiendo del grado de desarrollo de las fuerzas productivas, la estabilidad, la diferenciación social y la fuerza del sistema de dominación alcanzado por los países latinoamericanos; en resumen, van a depender del sistema local de control político y económico para la organización nacional. En este sentido se distinguen dos tipos de economías: las de "control nacional del sistema productivo" y las de "enclave".
En las primeras, las relaciones de intercambio se producen sobre la base de la división de tareas entre el sector financiero y comercial de las economías centrales que determina las condiciones de negociación y el Estado, que se ha creado mediante una alianza entre "la plantación" o hacienda moderna y la hacienda tradicional, que constituyen los pilares de la organización social y política de estos países, desde 1850 hasta 1930. Este tipo de organización económica será la predominante en países como Brasil con el cultivo del café o en Argentina con la producción cerealera y más adelante, ganadera.