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El justo equilibrio se fundamenta en una antropología no reduccionista al hombre en dos realidades una espiritual y otra corporal, desde esta perspectiva el ser humano queda dividido en dos y cada una se satisface en dos realidades distintas.
Con la integración como la plantean algunos filósofos cristianos como Guevaert, Teilhard de Chardin y Zubiri, entre otros, alma y cuerpo uno, además ven al ser humano como regalo (don) y tarea (ambas dimensiones en una sola).
Al ser un regalo tiene ya lo dado pero el hombre debe hacerse, realizarse y es por esto que desde el Vaticano II la iglesia se abre a los pueblos como pueblo y quiere integrar las palabras de San Benito: ora et labora.
Por lo tanto Dios se hace hombre en la encarnación y salva al hombre desde la muerte y resurrección. Por ello, el amor al próximo (prójimo) al hermano cerca, la caridad y la entrega en la oración. La fe sin obras y las obras desde la fe.
La Iglesia debe actuar en concreto para ello tiene la doctrina social de la Iglesia y documentos como el de Vaticano II, Puebla, Puebla, Aparecida, Santo Domingo y enciclicas como Redentor del hombre donde se reconoce la naturaleza humana, al pueblo, al ser situado y fundamentalmente necesitado. Pero no puede descuidar el Mensaje de Salvación.
Con la integración como la plantean algunos filósofos cristianos como Guevaert, Teilhard de Chardin y Zubiri, entre otros, alma y cuerpo uno, además ven al ser humano como regalo (don) y tarea (ambas dimensiones en una sola).
Al ser un regalo tiene ya lo dado pero el hombre debe hacerse, realizarse y es por esto que desde el Vaticano II la iglesia se abre a los pueblos como pueblo y quiere integrar las palabras de San Benito: ora et labora.
Por lo tanto Dios se hace hombre en la encarnación y salva al hombre desde la muerte y resurrección. Por ello, el amor al próximo (prójimo) al hermano cerca, la caridad y la entrega en la oración. La fe sin obras y las obras desde la fe.
La Iglesia debe actuar en concreto para ello tiene la doctrina social de la Iglesia y documentos como el de Vaticano II, Puebla, Puebla, Aparecida, Santo Domingo y enciclicas como Redentor del hombre donde se reconoce la naturaleza humana, al pueblo, al ser situado y fundamentalmente necesitado. Pero no puede descuidar el Mensaje de Salvación.
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