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En la Grecia clásica
La idea de ciudadano se basaba en tres principios:
Igualdad: todos los ciudadanos son iguales ante la Ley.
Libertad: para expresarse en la Asamblea y votar en la toma de decisiones políticas.
Participación: derecho y un deber de los ciudadanos de participar en la Asamblea y en los Tribunales de Justicia.
El problema era que en la Grecia clásica no todos eran ciudadanos. Estaban excluidos los esclavos, los extranjeros, las mujeres y los niños. Además inicialmente sólo se consideraban ciudadanos a los varones libres que pudieran comprar armas para defender la ciudad en caso de guerra.
En la Edad Media
Si bien a lo largo de la extensísima Edad Media se puede hablar de la noción de persona, difícilmente se puede mencionar la palabra ciudadano, ya que el Feudalismo se instauraba sobre nuevas bases que implicaban la desaparición de ese concepto y el advenimiento de un sistema social constituido por siervos, vasallos y señores.
En los Imperios y las monarquías absolutas que predominan bajo el sistema feudal la mayoría de las personas adquieren la condición de súbditos, palabra derivada del latín que significa sometido, esto es, se encontraban sometidos bajo la autoridad del emperador, el rey, los nobles y el clero.
Bajo el sistema feudal y conforme a la estructura del poder terrenal los siervos y los vasallos eran súbditos de la nobleza, que a su vez era súbdita del rey o emperador. Al mismo tiempo, con respecto al poder espiritual, los siervos, vasallos y nobles eran súbditos de los representantes de Dios en la tierra, esto es, del clero, que a su vez servían al Papa o máximo pontífice.
En la Edad Moderna
En los siglos XV y XVI aparecen los Estados-Nación gobernados por monarquías absolutas en los que la población tiene un status de súbdito.
Pero el auge de la burguesía a partir de del siglo XVII y sus reivindicaciones políticas culminaría con la Revolución Americana y su “Declaración de los Derechos del Hombre” (1776) y con la Revolución Francesa (1789), plasmándose sus ideales en la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” en la que se establecían como derechos naturales de todos los hombres: la Libertad, la Propiedad, la Seguridad y la Resistencia a la opresión.
En el siglo XXI
En la actualidad para ser ciudadano hay que poder disfrutar de los siguientes derechos:
Derechos Civiles: Igualdad de todos ante la Ley. Libertad de Expresión, de pensamiento, religiosa y a la propiedad.
Derechos políticos: establecen las formas de participación política: derecho al voto, o a ser elegido como cargo público.
Derechos Sociales: Son los que se tiene por pertenecer a una Comunidad como el Derecho a la Educación, a la Sanidad, a la Vivienda, a la Jubilación, al Trabajo, etc.
Lamentablemente, estos derechos no están garantizados en todos los países y sólo aquellos que consideramos democráticos son los que tienen ciudadanos libres.
La idea de ciudadano se basaba en tres principios:
Igualdad: todos los ciudadanos son iguales ante la Ley.
Libertad: para expresarse en la Asamblea y votar en la toma de decisiones políticas.
Participación: derecho y un deber de los ciudadanos de participar en la Asamblea y en los Tribunales de Justicia.
El problema era que en la Grecia clásica no todos eran ciudadanos. Estaban excluidos los esclavos, los extranjeros, las mujeres y los niños. Además inicialmente sólo se consideraban ciudadanos a los varones libres que pudieran comprar armas para defender la ciudad en caso de guerra.
En la Edad Media
Si bien a lo largo de la extensísima Edad Media se puede hablar de la noción de persona, difícilmente se puede mencionar la palabra ciudadano, ya que el Feudalismo se instauraba sobre nuevas bases que implicaban la desaparición de ese concepto y el advenimiento de un sistema social constituido por siervos, vasallos y señores.
En los Imperios y las monarquías absolutas que predominan bajo el sistema feudal la mayoría de las personas adquieren la condición de súbditos, palabra derivada del latín que significa sometido, esto es, se encontraban sometidos bajo la autoridad del emperador, el rey, los nobles y el clero.
Bajo el sistema feudal y conforme a la estructura del poder terrenal los siervos y los vasallos eran súbditos de la nobleza, que a su vez era súbdita del rey o emperador. Al mismo tiempo, con respecto al poder espiritual, los siervos, vasallos y nobles eran súbditos de los representantes de Dios en la tierra, esto es, del clero, que a su vez servían al Papa o máximo pontífice.
En la Edad Moderna
En los siglos XV y XVI aparecen los Estados-Nación gobernados por monarquías absolutas en los que la población tiene un status de súbdito.
Pero el auge de la burguesía a partir de del siglo XVII y sus reivindicaciones políticas culminaría con la Revolución Americana y su “Declaración de los Derechos del Hombre” (1776) y con la Revolución Francesa (1789), plasmándose sus ideales en la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” en la que se establecían como derechos naturales de todos los hombres: la Libertad, la Propiedad, la Seguridad y la Resistencia a la opresión.
En el siglo XXI
En la actualidad para ser ciudadano hay que poder disfrutar de los siguientes derechos:
Derechos Civiles: Igualdad de todos ante la Ley. Libertad de Expresión, de pensamiento, religiosa y a la propiedad.
Derechos políticos: establecen las formas de participación política: derecho al voto, o a ser elegido como cargo público.
Derechos Sociales: Son los que se tiene por pertenecer a una Comunidad como el Derecho a la Educación, a la Sanidad, a la Vivienda, a la Jubilación, al Trabajo, etc.
Lamentablemente, estos derechos no están garantizados en todos los países y sólo aquellos que consideramos democráticos son los que tienen ciudadanos libres.
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