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La utilidad de la filosofía solo es posible vislumbrarla en la medida en que el hombre cuestiona y pregunta radicalmente por su vida y la realidad entera. La filosofía solamente se revela como necesaria cuando desde lo más profundo nos preguntamos por el sentido y el significado de la existencia, cuando queremos tener una visión omnicomprensiva de las cosas, de la historia, de la realidad entera. La principal ocupación de la filosofía es cuestionar y aclarar algunas ideas muy comunes que todos nosotros usamos cada día sin pensar sobre ellas.
La filosofía sirve para encontrar los marcos teóricos y los esquemas conceptuales que nos permiten hacer inteligibles las diversas prácticas en sí mismas, en sus orígenes y en sus resultados para unificarlas en totalidades dotadas de coherencia lógica.
Es una herramienta importantísima en la búsqueda de respuestas a la compleja problemática en que nos movemos en la vida. El mundo problemático es el campo en el cual se mueve la filosofía. La filosofía solo se pone en movimiento cuando en el horizonte humano surgen los problemas.
La filosofía facilita la búsqueda de la verdad, de la sabiduría, porque en el hombre existe un afán de saber. Saber y comprender es una de sus necesidades superiores. El hombre aspira a saber y no se da por satisfecho con el saber natural, sino que se siente acosado por preguntas que lo impulsan hacia un saber fundado y del cual pueda hacerse responsable.
La utilidad de la filosofía aparece para el que ha accedido a su ámbito como un conjunto de posibilidades que sólo él entiende, en la medida que el filosofar genera una dinámica que llega a afectar la raíz y la sustancia misma de la existencia. La filosofía muchas veces modifica nuestros puntos de vista en la medida que nos introduce en una forma crítica y sistemática de pensar. La filosofía, como sabiduría, quiere orientarnos acerca de lo fundamental de la vida, de aquellos valores que no solamente nos hacen saber más, sino que nos puede hacer mejores.
La filosofía puede libertarnos de la tiranía del prejuicio y de las aberraciones derivadas de estrechas miras. La filosofía responde a una inquietud o tendencia (amor) característica del hombre, que lo lleva siempre de nuevo a preguntarse qué son las cosas en sus fundamentos mismos. Filosofando se va haciendo el hombre cada vez más libre. Nos permite hacernos cargo de nuestra situación (toma de conciencia); cargar la situación (encarnación), y encargarnos de cambiarla (compromiso). Sirve porque sólo el hombre, mediante la reflexión, puede autoformarse; porque su espíritu lo puede conducir a la liberación, a romper sus cadenas.
La filosofía ha sido también requerida por su función crítica como útil en el esfuerzo por señalar siempre las situaciones que ahogan la vida humana o cuando el hombre está sometido a múltiples peligros que lo alienan de muchos modos. La filosofía no salva a nadie, ni al propio filósofo, pues su destino y su horizonte es como el hombre mismo, un viajero incansable que buscándose a sí mismo en un laberinto interminable de preguntas y respuestas no tiene cómo hallar reposo en una meta absoluta y definitiva. La filosofía es un esfuerzo útil para captar la verdad pensando.