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Es una presiosa metafora a la luna:1834-1905) Poeta y musicólogo colombiano, n. en Santa Ana (Tolima) y m. en Bogotá. Inventor de un sistema de notación musical, legó bellísimas poesías -La luna, La palma del desierto, Las rocas de Suesca- que, publicadas en 1882 por Miguel Antonio Caro, merecieron la crítica favorable del exigente Juan Valera.
A la luna
Cuando el postrer crepúsculo moría
brotó la luna rutilante y bella
y al surgir descubrió la noche aquella
que su excelso cantor ya no existía.
Que Fallon inmortal en ese día
marchóse al centro en que la luz destella,
y girando siguió la blanca estrella
inconsolable en la región vacía.
Pero de pronto la doliente diosa,
cuando se hallaba en la mitad del cielo,
quiso seguir su marcha silenciosa.
Poniendo, con enorme desconsuelo,
negros crespones en su faz radiosa
para mostrar su formidable duelo
A la luna
Cuando el postrer crepúsculo moría
brotó la luna rutilante y bella
y al surgir descubrió la noche aquella
que su excelso cantor ya no existía.
Que Fallon inmortal en ese día
marchóse al centro en que la luz destella,
y girando siguió la blanca estrella
inconsolable en la región vacía.
Pero de pronto la doliente diosa,
cuando se hallaba en la mitad del cielo,
quiso seguir su marcha silenciosa.
Poniendo, con enorme desconsuelo,
negros crespones en su faz radiosa
para mostrar su formidable duelo
stefanny19:
eso no eraaaaaaaaa
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