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el 9 de abril de 1765. Este criollo de familia pudiente estudió en el Colegio San Bartolomé y se especializó en Filosofía y Derecho para desempeñarse en cargos importantes en la Capital del Virreinato Español de Nueva Granada. Sembró las primeras semillas de libertad, igualdad y soberanía popular en la conciencia de los neogranadinos al publicar en 1793 la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa, convirtiéndose en Prócer de la Independencia.
Para esa época, Santa Fe de Bogotá se constituyó en un centro administrativo y cultural de la Nueva Granada, con 20.000 habitantes, dos médicos y dos colegios para blancos, lo que incitó a Nariño a ser autodidacta. Sus escritores favoritos eran Buffon, Cervantes, Cicerón, Flórez de Satién, Condillác, Montesquieu y Voltaire, de quien aprendió el idioma francés, necesario para traducir y difundir sus ideales de libertad.
En 1789, con tan sólo 24 años, Nariño fue nombrado Alcalde de Santa Fe de Bogotá, debido a su matrimonio con Mercedes Ortega, integrante de una familia económicamente influyente; sin embargo decide cambiar este cargo por el de la Tesorería, actitud que rechazó el Clero. Sin importar los ataques de la Iglesia, fundó la tertulia “El Arcano Sublime de la Filantropía” para difundir las ideas de libertad y justicia social que proclamaba la Confraternidad Masónica Universal. En retaliación a esta iniciativa, Camilo Torres Tenorio y el Clero, sus enemigos, buscaron atacar su estado de cuentas para encarcelarlo, pero no lo consiguieron.
En 1793, Nariño publicó cien copias traducidas de “La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, lo que alertó a las autoridades españolas, pues los privilegios de los criollos y blancos se vieron amenazados, porque según este documento “todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”. Para evitar sospechas por parte del gobierno y la Real Audiencia, Nariño escribió en contra suya “El Aspecto de un Criminal Mudo todo en contra mía…”, pero no logró que dejaran de perseguirlo y fue enviado a prisión el 28 de agosto de 1794, por el Virreinato de España. Quemaron sus publicaciones y Nariño fue desterrado para siempre. Permaneció en prisión 17 meses en Santa Fe de Bogotá. Allí adquirió tuberculosis y en diciembre de 1795, lo trasladaron a Cartagena con destino a África para cumplir su destierro, por fortuna hizo amistad con el Capitán del Barco, un hombre culto que se admiró con sus capacidades y lo ayudó a fugarse al llegar a Cádiz, España, en marzo de 1796. Posteriormente, se dirigió a Francia e Inglaterra, donde se involucró con la Revolución y el Centralismo Político Administrativo.
Nariño en su afán por continuar con la guerra de emancipación y la construcción de los nuevos estados soberanos, regresó a la Nueva Granada en 1797. El 19 de julio se entregó a las autoridades españolas, dando inicio a sus siguientes doce años de prisión. En su indagatoria afirmó: “Mi idea era contar sólo con el pueblo… Pensaba retirarme hacia los pueblos inmediatos del Socorro, entre Barichara y Simacota, juntar un corto número de hombres, y escoltado por ellos revivir la Insurrección de los Comuneros”. En 1803, le escribió al Virrey: “Suplico hendidamente que se digne permitir mi excarcelación y salida al campo”, él aceptó pues no deseaba que el prócer muriera encarcelado y con tuberculosis. Nariño inició una nueva vida en 1804, dedicado a actividades agrícolas.
1810. Dos años después, los federalistas se alistaron para atacarlo y Nariño armó sus tropas en unión con su esposa Mercedes, su hijo Antonio y Policarpa Salavarrieta. Su triunfo fue total por lo que es invitado a conciliar con los españoles, pero víctima de su espíritu ingenuo, es encarcelado nuevamente el 14 de mayo de 1813 y enviado 14 meses a los presidios de Quito, Guayaquil, Lima y Cádiz.
En 1818, recuperó su libertad y viajó a París y Londres, donde escribió a Bolívar para ponerse a su disposición: “Por las noticias y luces que vuestra excelencia puede facilitarme, es preciso que regrese a Santa Fe…”. Bolívar accedió y se encuentran en Venezuela, donde le otorga la Vicepresidencia de la Gran Colombia, cargo al que renunció cuando Santander se enfrentó a Bolívar por quitarle el poder. Después de esto Nariño cayó en cama. En agosto de 1823 se trasladó a Ráquira y en octubre del mismo año a Villa de Leyva, Boyacá, donde su salud mejoró considerablemente gracias al clima; sin embargo, debido a un viaje fatigoso a Tinjacá, adquiere bronconeumonía y se le aplica la extremaunción. A las cinco de la tarde del 13 de Diciembre de 1823, antes de morir, Nariño dijo: “Pónganme este epitafio, no quiero nada más y nada menos: Amé a mi Patria, cuánto fue este amor lo dirá algún día la historia. No tengo qué dejar a mis hijos sino mi recuerdo y a mi Patria le dejo mis cenizas”.
Este prócer sacrificó su libertad por la de las Repúblicas Americanas, de los 58 años que vivió estuvo preso 28
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