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América Latina vive una nueva etapa histórica. Por primera vez, partidos, movimientos, frentes y coaliciones de izquierda, en los que convergen las más diversas corrientes políticas e ideológicas, ocupan de manera estable espacios institucionales dentro de la democracia burguesa. El funcionamiento de esta democracia se extiende, también por primera vez, por una región donde, desde la independencia de España o Portugal, predominaron dictaduras y autoritarismo.
Resulta obvio que América Latina y el Caribe no se encuentran, actualmente, en un momento de revolución. Aun, una parte de los gobiernos de izquierda y progresistas de la región ni siquiera hace reformas, sino que solo administra el Estado neoliberal heredado, mientras otra parte, incluso, emprende reformas que no frenan el proceso de concentración de la riqueza. Que nadie dude que los respaldos a los procesos de transformación en la región son liderados por Hugo Chávez, Lula Da silva, Evo Morales, Tabaré Vásquez, Daniel Ortega, Rafael Correa y Fernando Lugo.
Los problemas estructurales, como la concentración de la riqueza, no tienen solución dentro de la sociedad capitalista y que, el anclaje de estos gobiernos dentro del capitalismo, con independencia de que obedezca o no a su voluntad, implica el pago de un creciente costo político frente a los sectores populares. De esta forma, lo que cambia en esta nueva etapa no es el objetivo, sino las formas de lucha. Lo nuevo es que la izquierda ya no solo lucha por el poder desde la oposición, sino que lo hace, también, desde el gobierno. El actual reto es transitar del ejercicio del gobierno al ejercicio del poder y ello presupone que, en algún momento, deberá encararse la disyuntiva de romper con el capitalismo real y construir sociedades socialistas o resignarse a contribuir con el mero reciclaje del sistema de dominación.
La revolución socialista latinoamericana del siglo XXI tendrá su sello de época. El sujeto de la revolución estará integrado por todos los sectores oprimidos del pueblo. Género, etnia, cultura, franja de edad, preferencia sexual y otros criterios, forman parte del paradigma de igualdad y respeto al sujeto social que emprenderá la construcción del nuevo socialismo latinoamericano y caribeño.