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El contexto político y económico fueron la Revolución industrial y las invasiones napoleónicas.
Las Invasiones Inglesas fueron uno de los caminos que desembocaron en el 25 de Mayo. Pero es incompleto verlas sin considerar a Inglaterra y Francia o, si se prefiere, la Revolución Industrial y Napoleón. La máquina dejó atrás la herramienta manual y multiplicó la capacidad de producción. Pero ¿a quién venderla? El primer gran mercado inglés fue el continente europeo. Al ocupar Francia ese mismo espacio, su interés colisionó con el británico. Pero las fuerzas de Napoleón eran terrestres y, aunque ganas no le faltaron, no pudo llegar a las islas. Optó por una vía indirecta la misma que hoy usa EE.UU. hacia Cuba: embargó el comercio de exportación e importación anglo-europeo. Sin tardar, los británicos dirigieron su mirada a América: la derrota de Trafalgar había debilitado el poder naval de los dueños de América, y en el mar Napoleón no representaba un obstáculo. La coyuntura hacía factible el plan de Popham y Castlereagh, ideado tiempo atrás, de entrar en América del Sur por un punto vulnerable: Buenos Aires. Con la mitad de los hombres previstos en aquel plan de 1803, en sólo dos días izaron la U.J. en el fuerte porteño, notificaron a los habitantes que comenzaba una era de tráfico mercantil sin trabas y a los comerciantes de Londres, que un nuevo mercado se había abierto. Se los echó, pero a los pocos meses estaban de vuelta en Montevideo, con otro jefe y cinco veces más soldados. Allí, dice Germán Tjarks, en menos de cinco meses, más de un centenar de naves mercantes inglesas desembarcaron mercaderías por un valor superior al millón y medio de libras esterlinas, que encontraron rápida colocación en el mercado local. Luego probaron por segunda vez con Buenos Aires, y les fue mal. Pero no tanto, pues la segunda derrota le dio al ministro Castlereagh la idea de una estrategia alternativa, que Inglaterra aplicaría por más de un siglo: en lugar de invadir territorios y hacerlos colonias, acercarse pacíficamente, convertirlos en clientes, apoyar sus planes de independencia. Luego vendría la política de empréstitos y construcciones ferroviarias, que darían al imperio un control sobre el país más eficaz que si tuvieran la efectiva propiedad del mismo. Las invasiones enfrentaron al mercader local con la competencia, con la contratación directa y el juego de precios, modalidades y técnicas nuevas y distintas a las usuales en la América española.
Las Invasiones Inglesas fueron uno de los caminos que desembocaron en el 25 de Mayo. Pero es incompleto verlas sin considerar a Inglaterra y Francia o, si se prefiere, la Revolución Industrial y Napoleón. La máquina dejó atrás la herramienta manual y multiplicó la capacidad de producción. Pero ¿a quién venderla? El primer gran mercado inglés fue el continente europeo. Al ocupar Francia ese mismo espacio, su interés colisionó con el británico. Pero las fuerzas de Napoleón eran terrestres y, aunque ganas no le faltaron, no pudo llegar a las islas. Optó por una vía indirecta la misma que hoy usa EE.UU. hacia Cuba: embargó el comercio de exportación e importación anglo-europeo. Sin tardar, los británicos dirigieron su mirada a América: la derrota de Trafalgar había debilitado el poder naval de los dueños de América, y en el mar Napoleón no representaba un obstáculo. La coyuntura hacía factible el plan de Popham y Castlereagh, ideado tiempo atrás, de entrar en América del Sur por un punto vulnerable: Buenos Aires. Con la mitad de los hombres previstos en aquel plan de 1803, en sólo dos días izaron la U.J. en el fuerte porteño, notificaron a los habitantes que comenzaba una era de tráfico mercantil sin trabas y a los comerciantes de Londres, que un nuevo mercado se había abierto. Se los echó, pero a los pocos meses estaban de vuelta en Montevideo, con otro jefe y cinco veces más soldados. Allí, dice Germán Tjarks, en menos de cinco meses, más de un centenar de naves mercantes inglesas desembarcaron mercaderías por un valor superior al millón y medio de libras esterlinas, que encontraron rápida colocación en el mercado local. Luego probaron por segunda vez con Buenos Aires, y les fue mal. Pero no tanto, pues la segunda derrota le dio al ministro Castlereagh la idea de una estrategia alternativa, que Inglaterra aplicaría por más de un siglo: en lugar de invadir territorios y hacerlos colonias, acercarse pacíficamente, convertirlos en clientes, apoyar sus planes de independencia. Luego vendría la política de empréstitos y construcciones ferroviarias, que darían al imperio un control sobre el país más eficaz que si tuvieran la efectiva propiedad del mismo. Las invasiones enfrentaron al mercader local con la competencia, con la contratación directa y el juego de precios, modalidades y técnicas nuevas y distintas a las usuales en la América española.
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aqui mi respuesta :) para vagos como yo
Explicación:
Las Invasiones Inglesas fueron dos expediciones militares fracasadas que el Imperio británico emprendió en 1806 y 1807 contra el Virreinato del Río de la Plata —perteneciente a la Corona española— con el objetivo de anexarlo
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