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Pentecostés es una fiesta de juventud.
- Dos expresiones de juventud. Por eso me alegro de poner en el altar de la celebración de esta mañana como dos magníficos ramos de juventud: los jóvenes que se han preparado para recibir hoy ¡el don del Espíritu Santo! y ¡la juventud del Seminario! –Cerca de 400 muchachos en el Seminario Mayor Interdiocesano y en los diversos seminarios menores de la diócesis y de las congregaciones religiosas -. Todo esto nos está diciendo que la Iglesia es siempre joven y que la juventud, tanto la que ha sido llamada a la vida consagrada –que llena seminarios, noviciados, casas de formación- como la juventud que no siente ese llamamiento pero que tiene que seguir en el mundo un compromiso para el cual ha recibido su vida, es signo de una Iglesia siempre joven, siempre en fase de renovación. Y el Espíritu Santo es el alma de esa renovación, de esa espiritualidad.