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El 21 de Enero de 1810, José Bonaparte, tras vencer sucesivamente a las tropas españolas, continuó su avanzada para consolidar su hegemonía y reinado sobre España. Para lograr su objetivo, Bonaparte y su ejército lograron en tan sólo 15 días tomar posesión de Andalucía (con excepción de Cádiz), incluyendo a Sevilla, sede de la Junta Central Suprema Gubernativa de España e Indias, cuya función era defender la causa de Fernando VII, monarca español secuestrado por Napoleón Bonaparte.
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allá del significado que tenía para los españoles perder su capital, la
real importancia de este suceso radicó en la disolución de la Junta
Central de Sevilla, perdiendo América el organismo que representaba la
autoridad de Fernando VII sobre las colonias españolas en América. La
crisis en el seno español no le fue ajena a Chile y a sus políticos,
quienes reaccionaron de inmediato al conocer la noticias y vislumbrar un
futuro incierto.
En Chile, un sector de la élite basando sus
argumentos en que Chile debía formar su propia Junta de Gobierno tras la
ausencia de Fernando VII y la posterior disolución de la Junta Central
de Sevilla y desechando de raíz la posibilidad de subordinarse a
Napoleón Bonaparte por respeto y fidelidad al monarca español, vio en
este conflicto la oportunidad de conseguir un objetivo oculto.
José Antonio Rojas, Juan Martínez de Rozas y José Miguel Infante fueron algunos de los caudillos que lucharon para terminar con la dependencia y la calidad de colonia que poseía Chile. Creyendo éste último que Chile y las demás colonias americanas poseían el mismo derecho de las penínsulas españolas de establecer Juntas Provisionales para suplir el vacío que había dejado la Junta Central.