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Luego de haber tenido lugar el milagro de Purim y que Hamán el malvado sufriera su caída, la Meguilá- el rollo con la historia de Ester- describe la alegría del pueblo judío con las palabras: "Y para los judíos hubo luz, alegría, regocijo y honor"1 . Sobre ello explica la Guemará2 que en este versículo se hace alusión a cuatro preceptos sobre los que Hamán decretó su incumplimiento, y cuando se anuló su decreto, los judíos pudieron cumplirlos sin miedos: "Luz"- se refiere a la Torá, "alegría"- son las festividades bíblicas, "regocijo"- es el precepto de la circuncisión, y "honor"- se refiere a los Tefilín.
Cada uno de estos cuatro preceptos se caracteriza por ser una señal- una insignia3 (del vínculo especial) entre el pueblo de Israel y el Altísimo. Ese fue justamente el motivo de por qué Hamán el malvado decretó contra su observancia, puesto que no podía soportar la singularidad del pueblo judío, que se refleja en su vínculo especial con el Altísimo.