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Carvajal SinisterraEconomista de profesión. Empresario con experiencia en el sector público y privado. Columnista de El País desde hace varios años.LO MÁS VISTO DEALFREDO CARVAJAL SINISTERRA1.Momentos críticosDiferencias económicasDiciembre 19, 2012 - 12:00 a.m. Por: Alfredo Carvajal Sinisterra
Hace poco tiempo la prestigiosa revista The Economist publicó una separata acerca de la existencia de una tendencia mundial, la cual muestra una concentración de los ingresos en un menor número de ciudadanos. En EE.UU., las rentas del 1% de la población más rica han crecido con mayor dinamismo que lo que recibe el 20% de los ciudadanos más pobres, como lo señala una medición realizada desde 1980. Lo propio está ocurriendo en países emergentes como China e India. En contraste, las desigualdades económicas entre países que anteriormente se ampliaban inexorablemente, hoy en día se están encogiendo. Los países pobres están creciendo más aceleradamente que los ricos.Algunas sociedades se concentran más en la igualdad de oportunidades y otras en la igualdad de los ingresos. Podría decirse que EE.UU. y China pretenden la búsqueda de la equidad, ofreciendo las mayores oportunidades para el común denominador de la población, y Europa y Latinoamérica ponen más énfasis en la dispersión de los ingresos; sin ignorar que las generalizaciones son imprecisas. La revolución industrial en sus inicios produjo inmensas inequidades. Se crearon grandes diferencias de ingresos entre inversionistas, dirigentes empresariales, y sus trabajadores. Nacieron fortunas legendarias como la da Henry Ford, o las de las familias Vanderbilt y Rockefeller, sin embargo, en las décadas posteriores a la II Guerra Mundial se produjo una contracción. Se creó la tributación progresiva, se establecieron las prestaciones sociales, y la educación se hizo accesible también para la población de menores ingresos, todo lo cual contribuyó a que la dispersión de los ingresos se contrajera, produciendo una mayor igualdad. La clase media floreció y su crecimiento se convirtió en un imperativo universal.Infortunadamente esta última tendencia no ha demostrado ceder como aconteció después del apogeo de la revolución industrial. Uno de los factores que tiene mayor incidencia para la consolidación de la nefasta tendencia es el acceso a la educación de calidad y la adopción de las nuevas tecnologías. La diferencia en los ingresos de las personas que carecen de la competencia para desempeñar oficios que exigen conocimientos tecnológicos, y quienes los poseen, es sustancial. Los tecnólogos y los profesionales ganan considerablemente más que quienes desempeñan oficios varios. Desde luego que existen otras causas importantes que inciden en la ampliación de las brechas económicas, pero sin duda, la educación se constituye en el factor más importante para impulsar con mayor dinamismo la movilidad social y la equidad. Si todas las personas tuviesen igualdad de oportunidades para educarse, quienes más se destacarían serían los más responsables y capaces.Si bien en Latinoamérica se ha disminuido el porcentaje de los más pobres, la dispersión de los ingresos según el índice Gini es una de las altas, la diferencia entre los más ricos y los más pobres es mayor que en otros continentes, lo cual no es solamente inequitativo, sino también insostenible en el largo plazo.En Colombia esta dispersión es aún mayor que en otros países del Continente, y se manifiesta de manera más dramática entre regiones. Los habitantes del Chocó, o del litoral Pacífico tienen ingresos y calidad de vida muy inferiores a los que disfrutan los del interior del país. Los gobiernos son el instrumento más eficaz para disminuir las diferencias, mediante el régimen tributario y la inversión.
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