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La colonización española en América no dio -desde el punto de vista idiomático- los resultados apetecidos. Esta es la tesis que mantiene el secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española, Humberto López Morales, en su ensayo La aventura del español en América (España). «Fue un fracaso porque a finales del siglo XVIII, después de 300 años de colonización, sólo uno de cada tres nativos hablaba el castellano». En su opinión, el naufragio se debió a la equivocada táctica empleada por las compañías de predicadores, cuyos miembros obstaculizaron que nuestra lengua empapara todos los territorios donde los españoles pusieron el pie. «La lengua no acompañó al imperio», dijo tajante. «Se quiso legitimar la conquista con las bendiciones del Papa; éste dijo que adelante, pero con una condición: al mismo tiempo que la nación española se adueñaba de los territorios tenía que cristianizarlos», explicó el filólogo López Morales (La Habana, 1936). El deseo de legitimar religiosamente la conquista generó un grave problema. «A la hora de llevar a cabo la cristianización comprobaron que los misterios de la liturgia y sus complicados conceptos eran más fáciles de hacerlos llegar a través de su idioma que del nuestro; por eso muchos misioneros aprendieron aquellas lenguas autóctonas y, con ello, impidieron que el español llegara a todos los poblados indígenas».
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