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Respuesta:
Empecemos por decir que Marley había muerto. De ello no cabía la menor duda.
Firmaron la partida de su enterramíento el clérigo, el sacristán, el comisario de entierros
y el presidente del duelo. También la fírmó Scrooge. Y el nombre de Scrooge era
prestigioso en la Bolsa, cualquiera que fuese el papel en que pusiera su firma.
El viejo Marley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.
¡Bueno! Esto no quiere decir que yo sepa por experiencia propia lo que hay
particularmente muerto en el clavo de una puerta; pero puedo inclinarme a considerar un
clavo de féretro como la pieza de ferretería más muerta que hay en el comercio. Mas la
sabiduría de nuestros antepasados resplandece en los símiles, y mis manos profanas no
deben perturbarla, o desaparecería el país. Me permitiré. pues, repetir enfáticamente que
Marley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.
¿Sabía Scrooge que aquél había muerto? Indudablemente. ¿Cómo podía ser de otro
modo? Scrooge y él fueron consocios durante no sé cuántos años. Scrooge fue su único
albacea, su único administrador, su único cesionario, su único legatario universal, su
único amigo y el único que vistió luto por él. Pero Scrooge no estaba tan terriblemente
afligido por el triste suceso que dejara de ser un perfecto negociante, y el mismo día del
entierro lo solemnizó con un buen negocio.
La mención del entierro de Marley me hace retroceder al punto de partida. Es indudable
que Marley había muerto. Esto debe ser perfectamente comprendido; si no, nada
admirable se puede ver en la historia que voy a referir. Si no estuviéramos plenamente
convencidos de que el padre de Hamlet murió antes de empezar la representación teatral,
no habría en su paseo durante la noche, en medio del vendaval. por las murallas de su
Explicación paso a paso:
corona por favor lop