Respuestas
Respuesta:
desde el nivel Inicial hasta la Formación Docente y con una perspectiva renovada sobre la
sexualidad y el enfoque de género.
Bajo estas consideraciones, partimos de conceptualizar a la educación sexual como un
campo de disputas por sus sentidos y finalidades, dentro del cual se ha debatido sobre las
posibilidades y los riesgos en el acceso a determinados saberes sobre la sexualidad por
parte de las generaciones más jóvenes. Sostendremos que la educación sexual puede ser
estudiada como un campo polisémico compuesto por formaciones discursivas diversas en el
cual se articulan, superponen y enfrentan distintos enunciados, que provenientes de
distintos discursos sociales (el médico, el pedagógico, psicológico, el psicoanalítico, el
jurídico, el de los grupos y movimientos sociales) difieren en su forma pero conviven en un
mismo tiempo histórico. Por ello, el propio término “educación sexual” resulta ser un
significante variable ya que distintos objetos, objetivos, prácticas y políticas fueron
aglutinados bajo ese nombre (Boccardi, 2008). Si bien en el recorrido que proponemos nos
referiremos centralmente a la pedagogía escolar de la sexualidad, no desconocemos que la
educación sexual como práctica social, ha tenido también desarrollos en otros ámbitos
sociales, educativos o militantes. Como señalan Mónica Gogna y Daniel Jones, en
Argentina el movimiento de Mujeres, las organizaciones feministas y el movimiento de
colectivos LGTB1
, han desarrollado actividades de promoción de la salud y derechos a
nivel comunitario; por ello, este campo se nutre de prácticas y saberes provenientes de muy
diversas disciplinas y experiencias político-pedagógica diversas (Gogna y Jones, 2012).
La educación sexual es un campo de múltiples discursos también, en la medida que se ha
ido configurando a partir de distintos modelos pedagógicos que responden a distintas
tradiciones, con diferentes definiciones sobre la sexualidad, la juventud y las relaciones de
género. En este sentido, se la puede considerar como analizador político y social desde el
cual observar las principales preocupaciones sociales, políticas, sanitarias o morales en
torno a problemas como la transmisión de enfermedades, la cuestión poblacionista o bien,
la conquista de derechos en torno a la vida reproductiva y la salud sexual.
En este trabajo, perseguiremos como objetivo principal, aportar indicios generales sobre
cómo se ha ido definiendo la sexualidad juvenil como tema de interés público y académico
en el devenir histórico. Específicamente, se desprenden los siguientes objetivos específicos
que guiarán nuestro recorrido: a) explorar y revisar los estudios e investigaciones que han
indagado en las articulaciones entre sexualidad juvenil y educación sexual, desde el
abordaje teórico como histórico; b) sistematizar aportes de relevancia en una orientación
histórica para poder aproximarnos cronológicamente a las principales iniciativas y políticas
oficiales en torno a la educación sexual escolar en Argentina; c) establecer un marco
conceptual que posicione teóricamente nuestro trabajo a partir de definiciones sobre
sexualidad, identidad y modos de concebir críticamente la educación sexual; y por último, Modo de denominar a las comunidades del activismo político: lesbianas, gays, transexuales, transgéneros y
bisexuales.
Explicación:
se han centrado en la población joven asistente a la escuela secundaria. Varios de estos
estudios, se focalizaron en jóvenes escolarizados de ambos sexos, usuarios del sistema de
salud y a partir de considerar aspectos como: la edad y motivación en la iniciación de las
relaciones sexuales, tipos de parejas, utilización de métodos anticonceptivos y/o de
prevención de las ETS y el HIV-Sida y los conocimientos de su propio cuerpo (Pantelides,
1996). En general, estos estudios han realizado comparaciones entre los conocimientos y
actitudes tomando como variables el sexo, subgrupo de edad, sector social y/o tipo de
escuela en el caso de la población escolarizada (Gogna, op.cit.). Un patrón que surge de
varias indagaciones sobre estos tópicos, es la influencia de los mandatos culturales y la
doble moral sexual en el comportamiento diferenciado según género en la experiencia de la
“iniciación sexual” y en la elección del tipo de pareja: “mayoritariamente las mujeres
reportan iniciarse con sus “novios” mientras que los varones refieren a una mayor
diversidad de parejas sexuales” (Ibid.37). Otra preocupación en los estudios sobre la
sexualidad adolescente estuvo relacionada con el (des)conocimiento, las actitudes y las
prácticas sobre la sexualidad y la reproducción. Por ejemplo, Weller (2000) sostiene que el
“silencio social” sobre la cuestión de la sexualidad se expresa en el desconocimiento sobre
el propio cuerpo y el del otro sexo que tienen gran parte de los adolescentes.