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El sector ganadero de la Amazonía brasileña, incentivado por los comercios internacionales de carne y cuero,[1] ha sido responsable de aproximadamente el 80% de toda la deforestación en la región,[2][3][4] o aproximadamente el 14% de la deforestación anual total del mundo, lo que lo convierte en el mayor impulsor individual de deforestación del mundo.[5] En 1995, el 70% de las tierras anteriormente boscosas en la Amazonía y el 91% de las tierras deforestadas desde 1970 se habían convertido para la ganadería.[6][7] Gran parte de la deforestación restante en el Amazonas se debe a que los agricultores limpiaron la tierra (a veces utilizando el método de tala y quema) para la agricultura de subsistencia a pequeña escala[8] o tierras de cultivo mecanizadas que producen soja, palma y otros cultivos.[9]
Más de un tercio de la selva amazónica pertenece a más de 3.344 territorios indígenas formalmente reconocidos. Hasta 2015, solo el 8% de la deforestación amazónica ocurría en bosques habitados por pueblos indígenas, mientras que el 88% ocurría en menos del 50% del área amazónica que no es territorio indígena ni área protegida. Históricamente, los medios de vida de los pueblos indígenas amazónicos han dependido del bosque para obtener alimentos, refugio, agua, fibra, combustible y medicinas. El bosque también está interconectado con su identidad y cosmología. Por esta razón, las tasas de deforestación son más bajas en los territorios indígenas, a pesar de las presiones que fomentan que la deforestación sea más fuerte.[10] Muchos pueblos indígenas están siendo afectados por la deforestación en la Amazonía, ya que tienen sus hogares en la selva y viven de la tierra. La deforestación y los incendios intencionales ponen en peligro sus vidas.
Según los datos satelitales de 2018 compilados por un programa de monitoreo de deforestación llamado Prodes, la deforestación ha alcanzado su tasa más alta en una década. Aproximadamente 7.900 km² (3.050 millas cuadradas) de la selva tropical fueron destruidos entre agosto de 2017 y julio de 2018. La mayor parte de la deforestación ocurrió en los estados de Mato Grosso y Pará. La BBC informó que el ministro de medio ambiente, Edson Duarte, dijo que la tala ilegal era la culpable, pero los críticos sugieren que la expansión de la agricultura también está invadiendo la selva tropical.[11] Los estudios científicos sugieren que en algún momento el bosque alcanzará un punto de inflexión, donde ya no podrá producir suficiente lluvia para sostenerse.[12]