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Palabra que vino a Jeremías acerca de todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto, que vivían en Migdol, en Tafnes, en Menfis y en tierra de Patros, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá; y he aquí que ellas están el día de hoy asoladas; no hay quien more en ellas, a causa de la maldad que ellos cometieron para enojarme, yendo a ofrecer incienso, honrando a dioses ajenos que ellos no habían conocido, ni vosotros ni vuestros padres. Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco. Pero no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para dejar de ofrecer incienso a dioses ajenos. Se derramó, por tanto, mi ira y mi furor, y se encendió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, y fueron puestas en soledad y en destrucción, como están hoy.
a. Palabra que vino a Jeremías acerca de todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto: Jeremías 42 describe como los capitanes del remanente de los judíos en la tierra guiaron a todos los que pudieron a Egipto, incluso en contra de su voluntad y del mandamiento de Dios. Jeremías se encontraba entre los que habían sido traídos a la fuerza a Egipto y él les dio esta palabra a los judíos en Egipto.
i. Esta era la palabra del Señor, pero no era “Una palabra de confort – ¿Cómo podría serlo, mientras vivían en abierta rebelión en contra del Señor? – sino que toda es de reprensión y amenazas. ¿Por qué razón? Estaban siendo tercos y obstinados.” (Trapp)
b. Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Dios empieza esta palabra para estos descarriados judíos presentándose con dos nombres. Él sigue siendo Jehová de los ejércitos, el Dios de los ejércitos poderosos. Él seguía siendo El Dios de Israel, incluso aunque a ese tiempo Israel no existía como un reino propio. Estas cosas que no parecían existir eran de cualquier manera reales delante de Dios y de su plan.
c. Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá: Dios le recordó a su pueblo, ahora en Egipto, porque el juicio vino sobre Judá. Venía de Dios mismo, a causa de la maldad que ellos cometieron para enojarme, especialmente la maldad de idolatría.
i. “A pesar de que todo eso había sucedido en cumplimiento de las advertencias de Jeremías sobre el juicio en el atardecer de Jerusalén, los refugiados de Mizpa no habían aprendido nada. La idolatría persistía.” (Thompson)
d. Pero no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad: Dios envió a sus profetas para instruir y advertir al pueblo, pero ellos no los escucharon. Su pecado (especialmente la idolatría) era lo suficientemente malo; pero su rechazo a ser corregidos era fatal. Por lo tanto, fueron puestas en soledad y en destrucción por el juicio de Dios.
i. No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco: “La ira de Dios sobre los impenitentes es tan desagradable para Él como inevitable.” (Kidner)
ii. “‘¡Oh! Dice alguien, ‘el pecado es algo dulce.’ No, no; es una cosa abominable. ‘Es una cosa deliciosa,’ dice otro. No, es una cosa abominable. ‘Oh, pero está de moda; puedes verlo en las cortes de los Reyes, y príncipes, y los grandes hombres de la tierra lo aman.’ A pesar de que lo hacen, es una cosa abominable. A pesar de que se arrastrará y trepará en los tronos de los reyes, y se esparcirá por las joyas de la corona seguirá siendo una cosa abominable.” (Spurgeon)
iii. “Cuidador con traer dolor al corazón de infinito amor; pero pide que algo del odio de Dios por el pecado sea tuyo.” (Meyer)
2. (7-10) Dios habla a su pueblo de su pecado presente.
Ahora, pues, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vosotros mismos, para ser destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno, haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para vivir, de suerte que os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todas las naciones de la tierra? ¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, de las maldades de los reyes de Judá, de las maldades de sus mujeres, de vuestras maldades y de las maldades de vuestras mujeres, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.
a. ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vosotros mismos?: hay un sentido de sorpresa en las palabras de Dios, como si Dios no pudiera creer que su pueblo sería tan tonto como para rechazar su palabra y rebelarse contra sus mandamientos con la devastación del juicio tan fresca en su memoria.
Espero te sirva.
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