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Respuesta:
En su resolución 217 A (III) del 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General, reunida en París, aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Explicación:
Aunque ya en 1689, la Carta de Derechos, o Bill of Rights, había limitado los poderes de la monarquía inglesa y fortalecido los del Parlamento. En el siglo siguiente, la Declaración de Independencia de Estados Unidos, en 1776, proclamaba la igualdad de todos los seres humanos. Dios lo había dotado de derechos irrenunciables, entre ellos, la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Apenas trece años más tarde, Francia daría a luz la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en los inicios del proceso revolucionario que acabó con la monarquía absoluta. Fue un hito capital. Los derechos fundamentales no solo eran la libertad y la propiedad; también se hacía mención explícita a la “resistencia a la opresión”. Con todo, a la sensibilidad contemporánea le saltan a la vista ciertas contradicciones. Nada se dice sobre las mujeres, ni tampoco sobre la esclavitud, que no sería abolida en Francia hasta 1794.
Finalmente, el 10 de diciembre de 1948, las Naciones Unidas aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En su preámbulo, el documento manifestaba la necesidad de que los seres humanos, libres de la miseria y del temor, disfrutaran de la libertad de expresión y la libertad de conciencia. Había que proteger la dignidad humana, a través del derecho, para que los ciudadanos no se vieran forzados a la rebelión. Con todo, no hay que perder de vista que se trataba solo de una declaración. Eso implicaba que los países no estaban obligados jurídicamente a cumplirla.
La ONU vio la necesidad de completarla en los años siguientes con textos de carácter más concreto. Así, en 1952 se aprobaba la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer, o, siete años más tarde, se adoptaba una declaración de derechos de los niños. Ahora bien, fue en la década de los años sesenta cuando, por fin, los derechos recogidos en la Declaración Universal se desarrollaron en dos tratados –esta vez sí– vinculantes, los denominados Pactos Internacionales.
Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
Criticada, pero única
La Declaración Universal pretende marcar un ideal para todas las naciones. Por eso mismo, ha sido acusada de etnocéntrica, al haberse inspirado en la tradición política occidental. Se ha señalado también su carácter limitado, por centrarse en los derechos políticos y civiles, pero no tanto en los económicos y sociales. Aun así, continúa siendo un referente indispensable para reivindicar ante la comunidad internacional las necesidades de grupos e individuos.