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sentido de la parábola
Esta parábola, como muchas otras de Jesús se enmarca como respuesta a una crítica de los fariseos y los escribas, expertos judíos en la Ley mosaica, que estos le propinaban por recibir a los pecadores y comer con ellos.[4]La parábola fundamentalmente recalca la misericordia de Dios hacia los pecadores arrepentidos y su alegría ante la conversión de los descarriados; esto ha llevado a muchos teólogos y expertos bíblicos a pensar que el nombre de la parábola debería ser “el padre misericordioso”, o “parábola del amor del padre”,[5] en lugar de “el hijo pródigo”. En efecto el enfoque de la parábola no es el hijo joven, rebelde y luego arrepentido, sino el padre que espera y corre para dar la bienvenida al hogar a su hijo. El mensaje teológico que brinda esta parábola constituye la cimentación de la prédica de Cristo, siempre guiada a la conversión de los pecadores, al perdón de los pecados y al rechazo a los formalismos que apartan al creyente de la verdadera fe y misericordia.